5 de diciembre de 2009

LOCURA

Ha vuelto el mes de marzo. Es la tercera vez en siete meses. Reconozco sus vientos de poniente, sus días de horas alargadas con olor a primavera, las sombras que se empiezan a acortar, el color que tiñe y alegra la ciudad... Todo. Todo empieza de nuevo.
Sin embargo me disgusta su luz, aun escasa, el frío que ya no comprendo y que un día si, otro no, me hiela la punta de la nariz y no me deja guardar la ropa de abrigo. Como todos los meses de marzo, terminare perdiendo los guantes o el paraguas. Espero impaciente el mes que viene. El mes de agosto.

POR LA CALLE DEL AIRE

Por la calle del aire
los amantes
pasean sus sombras.
No hace mucho
un rumos de besos
de lucha cuerpo a cuerpo
de palabras en voz baja
de heridas en el miedo
les confirmaba que
sus cuerpos son amantes
a plazo fijo
con un interés de usura
por sus tiempos
y con una hipoteca
que ambos ambicionan
de por vida.
Por la calle del aire...

YO NO SOY LUIS CERNUDA

Te quiero. Y te lo dije con el sol con el viento con las nubes. Pero no me bastaba y pensé decírtelo con la muerte que según dicen va mas allá del amor. Pero no puedo, yo no me lo creo. Después de la muerte se que no voy a poder seguir amándote.
Te quiero. Y te lo voy a decir abriendo los brazos para que llegues hasta dentro de mi. Y abriendo los ojos para guardar un instante después y para siempre una a una las imágenes que necesito de ti. Y con la boca. También abierta. Llena de ansia por aspirarte todas las veces otra vez. Y desde luego por la piel. La misma piel que espera alerta tu presencia lo mas cerca que consiga.

Si quisiera decirte que te quiero con el olvido, no cabria. No podría. Yo, no soy Luis Cernuda.

20 de noviembre de 2009

SIN TÍ (las palabras me enamoran)

SIN TI
Nov/09

(microrelato)
- ¡Hace frío! - dijo ella entrando en la cama y abrazándole cariñosa –
- ¿Dónde has estado? Llevo esperándote mas tiempo del que recuerdo – contesto él, abrazándola.
- “Purple rain” – contesto haciendo pereza mientras le robaba todo el calor que podía para su cuerpo–
Él respondió haciendo también pereza...

(minirelato)
Justo antes de que aquellas dos lagrimas de rabia y de soledad asomaran a sus ojos, sintió la cerradura de la puerta y al mirar la vio entrar rápidamente, a medio vestir y con un salto llegar a su lado.
- ¡Hace frío! - dijo ella entrando en la cama y abrazándole cariñosa –
- ¿Dónde has estado? Llevo esperándote mas tiempo del que recuerdo – contesto él, abrazándola.
- “Purple rain” – contesto haciendo pereza mientras le robaba todo el calor que podía -
Él respondió haciendo también pereza... y se dejo robar para que el calor apareciera en ella por sus pies.

(relato corto)
Para él hacia una eternidad que se había ido. Todo en la habitación era ella. Su olor, su sombra, sus idas y venidas por entre la cama y el armario por entre el armario y la cómoda por entre esta y las mesillas...Todo seguía impregnado de su presencia y hacia ya tanto tiempo que se había ido...
Justo antes de que aquellas dos lagrimas de rabia y de soledad asomaran a sus ojos, sintió la cerradura de la puerta y al mirar la vio entrar rápidamente, a medio vestir y con un salto llegar a su lado.
- ¡Hace frío! - dijo ella entrando en la cama y abrazándole cariñosa –
- ¿Dónde has estado? Llevo esperándote mas tiempo del que recuerdo – contesto él, abrazándola.
- “Purple rain” – contesto haciendo pereza mientras le robaba todo el calor que podía –
Él respondió haciendo también pereza... y se dejo robar para que el calor apareciera en ella por sus pies.
De fondo una y otra vez sonaba la voz de Prince con una canción que invitaba al abrazo y el abandono.

16 de noviembre de 2009

LA SELVA

Como un lobo. Se abalanzó sobre mi, el cuerpo tenso, las zarpas firmes, las fauces abiertas, los ojos… llenos de vida. Todo él destilaba selva. Yo a su merced sin poder levantarme. Mi cerebro humano empezó a reaccionar.
Ahora lo veo: me ataca sin daño. Sin maldad, por instinto. Con la fe del que hace lo que tiene que hacer. Y con la baba espesa y caliente de su boca me transmite el eco de mil millones de años luz, de color verde y húmedo con sonido a macaco y a gibón desde lo alto de los árboles, allí arriba, donde forman barrera para quedarse con la luz. La que llega al suelo, la que tamizan las hojas y por fin llega al suelo alumbra la vida que se despliega con ritmo lento, sin prisa.
El ojo ciego hasta entonces, ve y fotografía una y mil veces, mil veces y una vez mas la nube oscura colgada de la nada empeñada en cantarnos al oído su música de aleteo frenético mientras con una mano o dos o cien despejamos el camino como si ahuyentásemos pesadillas hasta caer embobados en el hechizo hipnótico de una araña que teje infinitamente su tela de plata para que el tiempo lento fluya por ella y la haga vibrar. Algún rayo de sol excarcelado a tiempo compone a su lado una armonía de colores.
Veo una rana que canta poseída por la necesidad vital de eternizarse y una serpiente, anillada a una rama, mirando con ojos fríos y piel fría y corazón frió una sombra quizá un sueño que perseguir. Lentamente se desenrosca y desaparece convirtiéndose en la misma rama que era.
Yo se que el lobo lo ha visto todo y ahora me lo cuenta.

ELLA

En uno de mis corazones que guardo bajo siete llaves de oro se encuentra ella. A veces se viste de mujer y me obliga, me arrastra y me rompe el corazón contra las rocas de tiempo que creó para mi. No sabe que es un corazón que tengo solo por ella.
Otras veces se viste con disfraces de vida que guarda en un baúl de su memoria y me sorprende, me alegra o me desconcierta según el día, según con quien venga, según el sol que atrape en sus ojos de ver vida nueva o según las ganas de seguir que tenga.
Pero es cuando se viste de hembra, cuando llena sus ojos de fuego, sus manos de besos, sus besos de boca y su boca de lengua. Cuando juega a ser mayor siendo pequeña cuando tiene la vida rendida al sexo y el sexo corriendo por sus venas, es entonces cuando abro los candados de mi corazón escondido bajo siete llaves eternas y dejo que escapen veloces las penas que llevo puestas.Y entonces pido que me lleve con ella.

1 de noviembre de 2009

DIOGENES

Llaman a la puerta con rabia. Puede notarlo.

Con los apuntes que toma va llenando cajas, cajones, estanterías, pisos enteros. Todos los meses purga las cajas y los apuntes que creé mas interesantes, después de leerlos y releerlos los guarda en aquellos cajones de cartón que recogió una tarde de lluvia en el contenedor del centro comercial, aquel que cuando la veían merodeando para llevarse aquellas miserables mierdas que ya no quería nadie comprar, salían para burlarse y asustarla con un: “que te pego bruja, que te pego” con el palo de la fregona.

Entre Nochebuena y Reyes vuelve a leer lo que ha sido su vida aquel año. Rompe lo que ya no tiene valor para ella, aquellas cosas que no son verdaderas, que pierden valor con el paso del tiempo y se queda con lo que ha vivido de verdad. O ha soñado. O cree haber soñado. Y lo guarda todo en las estanterías que le puso Diógenes, su marido, por toda la casa antes de morir. Siempre la decía: “Alguna vez no te acordaras de nada como yo y echaras todo en falta” Ella por suerte se acuerda de todo aunque a veces reconoce que no es una suerte tener tan buena memoria.

Con ochenta y cuatro años los servicios sociales la ayudan a moverse despacio hasta la puerta. La mujer policía anclada en la entrada de su casa la mira con cariño contenido. Los vecinos denunciaron hace tiempo el peligro de una mujer sola que acumula papel (¿para que querrá tanta porquería, por dios, no se da cuenta que un día se nos quemara la casa?). Kilos y kilos de papel escritos por las dos caras con una letra preciosa, redonda y clara colocados con cuidado, casi con mimo a lo largo y ancho de las paredes totalmente llenas de estanterías de treinta centímetros de fondo para que quepan sin que se estropeen los papeles de su vida, en un piso de tres habitaciones, salón-comedor, baño y cocina. Todo lleno, inundado de papeles y letras: toda un vida escrita y ordenada por fechas, lista para recordar.

Cuando la bajan por la escalera no deja de llorar y repetir: “es mía, es mi vida” y una vecina decide que irremediablemente sea vuelto loca. Mientras, ella piensa como escribir esa noche la terrible experiencia que vive y donde la puede guardar. Para no olvidarla. Si Diógenes la viera estaría orgullosa de ella.

LAS MEDIAS

O tal vez hubiera podido comprarlas al guardia del tercer turno. Entonces podría salir dos veces por semana al barracón de los oficiales. Allí se comía y se bebía sin restricciones pero sin medias no se podía pasar.
Parece mentira, todo un cuerpo de ejercito vencedor era incapaz de sobreponerse a unas piernas de mujer desnudas, sin medias. y dejaba fuera a las que no tenían dinero para comprarlas.
Lo malo de quedarse sin dinero en tiempos de guerra es que te quedas también sin esperanza.
Esta noche se pintara un poco los labios con el colorante de alguna compañera. Le costara el sujetador pero ya no va a utilizarlo. Luego ira a ver al centinela de la puerta y le mentira. Dirá que necesita ver a alguien en el barracón sur y cuando se ponga de rodillas y le baje el pantalón para pagar el favor, cojera rápido la bayoneta que cuelga del cinturón. No cree que pueda sufrir porque las tripas duelen cuando están dentro. Por fuera, a ella, no hay nada que le duela.

16 de octubre de 2009

EL ESCRITOR

Cinco lápices o lapiceros
con olor a madera
y foto fija de la niñez
listos para escribir versos
siempre inacabados
o relatos cortos de tiempo,
y a veces de intención,
sin contar alguno que no debe,
que no quiere que surja y existirán
por siempre, para siempre, dentro de él.

Una goma de borrar blanca
con pecado de tacto incorporado
para hacer desaparecer
todas las veces que sus dedos
escriben lo que quieren
en un cuaderno caja-fuerte
testigo desde su interior
de las ideas de un navegante
perseguido por la mar.

Una cuhilla amiga
de sus nervios serenos
que hace virutas de fiesta
cuando no encuentra
en la punta gastada, afónica,
de sus lápices o lapiceros,
los mensajes que seguro,
están guardadas mas allá,
dentro de una vena negra.

Poco más. Una trilogía de dedos
que sobreviven para sujetar
el cañón de sus palabras,
con mas alma que fuego,
y le conducen con rumbo exacto
por el mapa cuadriculado de papel,
mientras una cabeza encargada
de unir ideas con versos, trabaja
una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez.

Todo cabe en una bolsa pequeña
de espacios fugaces y sinceros
para ir y volver, colgada de su hombro
con un peso… abrumadoramente insignificante.

Y lo demás no importa. Lo demás no cuenta.

23 de septiembre de 2009

RODRIGO

Me mira fijamente por detrás de sus gafas de sol y me desafía con ese gesto. La boca apretada, las mangas de la camiseta subida, una gorra del revés y los brazos cruzados bajo el pecho. Esta preparado para defenderse. Para atacar y defenderse.
Tengo una fotografía suya de cuando era pequeño. De cuando los ojos, los suyos y los míos, miraban juntos hacia delante. Un futuro mucho más cercano de lo que parecía. De cuando su carita me hacia muecas y jugábamos los dos a mil cosas diferentes.
Si el era pirata yo también. Y con pata de palo. Y tuerto de un ojo si hacia falta. Si disparaba su pistola de agua o de balas o de rayos, al otro lado siempre estaba yo intentando escapar o haciendo figuras imposibles para que no me tocaran ni uno solo de sus proyectiles de ficción. Y si conducíamos en coche yo siempre de copiloto vigilando para que no se saliera del asiento porque no llevábamos casco ni cinturones de seguridad y rebasábamos todos los límites que podíamos imaginar.
Por las noches nos acostábamos juntos. Unas veces leíamos y otras era yo el que inventaba una historia fantástica que terminaba por llevarle hasta el sueño. Otras veces la inventaba él y me dormía yo. Y así todos los días. Creamos un mundo diferente, ilegitimo y fantástico a su medida, donde cabíamos los dos.
Luego creció. Fueron años en los que cogió carrerilla y distancia. Sus propios amigos, sus propios juegos, todo nuevo. Y poco a poco iba sustituyendo lo que yo le había propuesto por lo que el encontraba. Como debe ser. Yo seguía de copiloto-polizón vigilando que no se hiciera daño.
Y ahora noto que poco a poco me va empujando de su nuevo mundo porque ya no tengo cabida en él. No me quejo pero ahora empiezo a sentir todos los dolores que antes no había sentido: me duelen los ojos de querer verle más allá. Y la pierna de palo porque se me olvido cambiarla cuando acabamos los juegos… y así se quedo. Y la espalda también me duele de todas aquellas figuras imposibles que tuve que hacer para que no me rozaran las balas que disparaba desde… y el alma, de jugarme la vida día a día en aquel coche sin ninguna seguridad.
Él dice que ya no entiendo nada. Que el mundo no es lo que yo digo sino lo que el sabe. Que no se juzgar a las personas, que estoy perdido, que conmigo no se puede hablar... Que me hago viejo, que no tengo remedio.
Pero lo que de verdad me hago, son preguntas. Y yo que había decidido no hacerme preguntas porque no quería saber las respuestas, siento como cada una de sus afirmaciones, cada una de las protestas de las críticas de los reproches que dispara contra mí con mucha más puntería que cuando era pequeño, me alcanzan y consiguen lesionarme. Debe ser que ni me doblo ni me escondo como antes.
Y además las respuestas al parecer, las tiene todas él. Mejor.

3 de septiembre de 2009

LA MUERTE TIENE SUS PROPIOS PLANES

Abro la ventana…
el mundo a mis pies me espera
con los brazos abiertos
para que lo tome,
para que lo saboree...
Me seduce la idea
de su abrazo intimo, cálido,
de hembra amante
casi sexual.
No lo pienso mas.
Mientras caigo, lloro de felicidad.


I)
Puedo decir que la sensación es… fascinante. Dejas de sentir el peso de tu propio cuerpo sobre los pies y el peso del resto del mundo sobre ti. Podría haber dejado los ojos abiertos y ver como en pocos instantes me alejaba de la ventana hasta llegar al suelo. Hubiera sentido el vértigo de la velocidad que iba tomando, el viento cada vez mas frío en las manos y la cara. Pero preferí tener los ojos cerrados y lo que recuerdo es una calma que me lleno por completo. Después el poco miedo que aun tenia en esos momentos y las ganas de llorar que me producía esa paz.
El ultimo pensamiento que recuerdo es el de preguntarme como es que no había sentido nada igual en toda mi vida. No es cierto. Aun recuerdo algo mas. Una tremenda sacudida que rápidamente se tradujo en un horrible dolor por todo el cuerpo especialmente en la cabeza, el pecho y en un tobillo, el izquierdo creo. O quizá fuera la muñeca. No podía abrir los ojos, no podía decir una palabra no podía moverme y sin embargo era capaz respirar. Respiraba raro, sin ritmo pero lo hacia y sentí que la vida era una puta y yo era su cabrón.
Luego recuerdo oír gente a mi alrededor, llegando con urgencia y diciéndome a gritos o al oído que no debía preocuparme que una ambulancia llegaría enseguida. También recuerdo a alguien pidiendo un medico y a una mujer sollozando, y a un idiota recitando como un mantra algo sobre dios. Después recuerdo como el frío se empezó a apoderar de mí. Desde mis extremidades lenta y tenazmente hacia mi interior. Un frió incomodo que me rompe la poca calma que aun queda en mi. Es el único momento que sentí algo de miedo. El frío se me antojaba la muerte llegando con prisas. Despues alguien me limpia por dentro la boca y la garganta, retira dos dientes rotos que dan vueltas alrededor de mi lengua y sin el sabor pastoso y salado de la sangre siento como el aire llega de nuevo a mis pulmones. Este exceso terminó por hacerme desfallecer. Y ya no recuerdo más. Luego supe que había estado dos meses y medio mas muerto que vivo. La vida aún ganaba por goleada.

II)
Desperté en una sala de hospital con poca luz y poco ruido y un elevado numero de médicos y enfermeras circulando sin parar. Pude abrir un ojo. El único que me quedaba y tarde cerca de diez minutos en hacerme una idea de la situación. Luego se acerco ella y me sonrió muy dulce antes de decirme: “Buenos días. ¿Cómo has dormido hoy?” Que rica. Si hubiese podido me hubiera reído.
En los días siguientes aun sin habérselo pedido se encargó de ponerme al corriente de mi vida en el hospital. Las múltiples fracturas: dos vértebras, cuatro huesos difíciles de pronunciar, cinco fisuras…daños internos en el hígado, el páncreas los pulmones… y la pérdida del ojo derecho. Tres dientes, un colmillo, dos muelas casi tres litros de sangre y el pelo al cero regalo de la casa. Siempre que numeraba las lesiones que me había producido terminaba por decirme lo del pelo como si fuera una gracia y yo tuviera que reírme y de paso no sentirme tan mal. Siempre he creído que me cortaron el pelo por joder.
También se encargo de que supiera exactamente como iba mi recuperación, quienes eran los doctores que me atendían los cuidados que me procuraba y como iba mejorando día a día. Pues que bien. Y luego dicen que no funciona la seguridad social.
Tenía el turno de mañana fijo y me despertaba después de comprobar mis gráficos de la noche anterior. Luego me aseaba lo que incluía una limpieza integral arriba, abajo, delante y detrás. Curas, cremas, pastillas, inyecciones, pijama limpio y desayuno. Todo preciso, meticuloso, exacto. Cuando acababa la miraba con el ojo que me quedaba y pensaba (aun no podía hablar) que solo la faltaba echarse en la cama a mi lado. Si lo hubiera hecho un solo día, habría creído en la brujería. Y al acabar me decía: “Falta un día menos para que te vayas y me dejes sola”
A veces mientras me afeitaba cogía mi cara con su mano de dedos largos, frescos, delicados y yo con los ojos cerrados recordaba la paz que había sentido en el vacío semanas atrás. Únicamente se oía la cuhilla cortando despacio, muy despacio, casi pelo a pelo la barba crecida de dos o tres días. Me hacia sentir bien y desearla. No. Me hacia desearla y eso me hacia sentir bien.
Así estuve otro mes mas. Fui mejorando de mis heridas, sintiéndome cada vez mejor. Las fracturas habían curado casi todas y las heridas internas mejoraban rápidamente. Empezaba a tomar algún que otro alimento sólido y podía articular sonidos como: “si”, “no”, “humm” o “eh” y otros parecidos. Un día después de la visita medica a media mañana mi enfermera favorita se acerco y plantándome dos besos en la cara me dijo: “Felicidades, lo has conseguido. Te vas a planta”. Empecé a llorar por mi único ojo de rabia. Era la segunda vez que fallaba. Rápido me seco las lagrimas con sus dedos diciendo: “No te preocupes. Volveremos a vernos alguna vez.”

III)
Las siguientes semanas transcurrieron tranquilas. Al pasar a una habitación y desconectarme de casi todos los aparatos a los que vivía unido empecé una nueva vida. Ironías de la vida. Únicamente permanecí unido a una bomba que regularmente me suministraba los medicamentos que aun necesitaba. La sonda y su maldita bolsa habían desparecido cuando – nunca supe su nombre – me cogió la virilidad con una mano y con la otra mano tiro decidida y suavemente de la goma que me llegaba tan dentro.
Supongo que por el placer de pensar que iba a liberarme de aquello y porque la naturaleza no entiende de vergüenzas aquella manipulación me produjo un principio de erección que rápidamente tuve que abortar mirando fijamente a la bolsa y pensando en que hubiera podio llevarla toda la vida de paseo. Mano de santo aunque ella se dio cuenta y esbozo una sonrisa agradable sin dejar de hacer lo que estaba haciendo hasta que termino. Instantes después me dieron unas enormes ganas de abrazarla y besarla y enseguida note que volvía la erección. Mire la bolsa por ultima vez y curiosamente no me bajo la libido. Recuerdo que fue exactamente al revés.
Los primeros días utilice unas muletas, mas por los mareos que me producían los desplazamientos que por necesidad pues rápidamente pase a utilizar un único apoyo, un bastón ortopédico con cuatro terminaciones que junto a aquel pijama descolorido y mi turbante que tapaba el ojo y el oído perdidos me procuraba un aire extraño como de ingles mods, cuando paseaba por los pasillos. Éramos tantos en aquella sala de traumatología y unen tanto las heridas que finalmente terminé por hacer amigos. Congenie con otros cuatro tipos que como yo no parecían tener el menor apego a la vida.
Germán, vigilante nocturno en unos almacenes, casado, dos niñas. Bebedor compulsivo. En recuperación de un accidente de trafico por “ir un poco bebido” según el. Según la Guardia Civil, desde ese día encargaron detectores de alcoholemia de mayor rango. El guardia que le detuvo se hizo fotos con él, por hacerle ganar una porra sobre quien detenía al conductor mas bebido.
Jose Maria, socorrista de piscina. Soltero. Solo le gusta follar. Dice conocer mas de quinientas mujeres, que las quiere a todas y que a todas las conoce por dentro. El Chino dice que será por debajo. Solo sale los viernes y los sábados. El resto de los días entrena en el gimnasio. No quiere decirnos porque esta ingresado.
El Chino, algo le inquieta. Casado, un hijo. Se tuvo que operar de hernia discal después de que un acupuntor le terminara de descolocar el disco mientras le decía que tenía un nudo de fibras e intentara curarle con masajes y agujas. Se quedo tirado sin poder moverse un día en una estación del metro. Al recogerlo el 112 como solo podía estar en posición fetal decidieron transportarle a la ambulancia sentado en una silla del jefe de estación colocada encima de la camilla. Así subieron las escaleras y le llevaron por los pasillos. A pesar del dolor iba saludando con la mano como si fuera en el papamóvil. Una mujer ante el desconcierto de la escena se arrodillo y se santiguo a su paso. El Chino le devolvió el saludo haciendo la señal de la cruz con la mano y diciendo en voz alta: “Ego te absolvo…” Todo el mundo le llama chino. Nadie sabe porque.
Juan Carlos, divorciado dos veces. La ultima por voluntad propia al enterarse de que tenía aquella enfermedad que le obligaría a visitar el hospital cada ocho o diez meses para recomponer su espalda que se iba deformando irremediablemente. Su abuelo, su padre, dos hermanos y dos hijos habían muerto de lo mismo.
Y yo Angel, me diagnosticaron una esquizofrenia o paranoia o algo parecido hace tiempo. El caso es que de vez en cuando tengo la lucidez suficiente para saber que voy a ser más feliz muerto que vivo. Llevo dos intentos de suicidio. Mi psiquiatra dice que estoy empeorando.
La primera vez decidí asfixiarme con el gas de la cocina. Mi vecino al salir a tirar los pañales de la niña olió (tiene cojones) el gas y me “salvo” llamando a la policía. La última vez hace unos cuatro meses. No pude evitar tirarme por la ventana. Algo me decía que seria feliz, lo que siempre hemos querido los cinco.
Hemos formado una especie de asociación, una hermandad o secta o como se le quiera llamar. Son esos tipos de simbiosis que se dan de vez en cuando y funcionan bien. Aquí dentro, cada uno de nosotros seria capaz de mentir, engañar o robar y si nos ponen a prueba creo que incluso podríamos matar. No le tenemos gran apego a nuestra vida y algunas otras no creo que merezcan la pena.
Guardamos las pastillas para cambiárnoslas. Los médicos se empeñan en dosis para curarnos y nosotros queremos dosis para ser felices. Germán quiere unos relajantes musculares que le producen el mismo efecto que la bebida. José Maria las regala todas. Dice que su cuerpo es un templo. El templo del placer según Juan Carlos. A mi me dan ansiolíticos y litio. Yo se las doy al Chino. Dice que las revende en la planta de psiquiatría, que esta ahorrando para irse algún día a Cuba. Solo ida. Desde luego algo le inquieta.
Pasamos los días escondidos de las enfermeras que nos persiguen empeñadas en hacernos pruebas, tomarnos la tensión o la temperatura y curarnos las heridas. Nos cambiamos de planta, nos escondemos en las escaleras de emergencia o subimos a la azotea por una entrada a través de los conductos del aire que únicamente conocemos lo enfermos. Al juntarnos hablamos de nosotros tal y como somos. En carne viva. No nos mentimos como mentimos al medico cuando nos pregunta desde cuando nos duele ni a la familia o los amigos que nos visitan diciendo que tampoco habíamos fumado y que nos sentimos mucho mejor que ayer. Y que si seguimos así el fin de semana no porque no dan altas pero la próxima semana seguro que nos mandan a casa. Mentira. Todo una puta mentira.
Casi todos estamos de acuerdo en que quitando las comidas sin sal, el hospital es un buen sitio si sabes montártelo. Si tienes cuidado de que no te pillen y eres capaz de retrasar todo lo posible el alta medica puedes vivir como dios. Conozco al menos un par de tipos en mi ala que han terminado liándose con enfermeras. A uno de ello a diario viene a buscarle su enfermera y se lo lleva para hacerle una radiografía justo cuarenta minutos entre ir y volver. Ya le hemos dicho que una radiografía diaria no hay quien la aguante. El Chino dice que igual es una “mamografía” lo que le hace. Germán dijo que eso se lo hacia su mujer y que era para detectar bultos en el pecho. Ya le dije: “Germán, cuídate. El alcohol te esta destruyendo el cerebro también”.
Yo por mi parte recuerdo a veces mi enfermera de la UVI, si hubiéramos estado mas tiempo juntos… quien sabe. El mejor momento del día es por la noche. Justo después de cenar y de que se vayan las visitas se produce un momento mágico que coincide con el cambio de turno y en el que nos quedamos prácticamente solos. La vida se pone boca abajo. Salen de sus escondites los paquetes de tabaco que a partir de ese instante vuelven a vivir en los bolsillos de los pijamas descoloridos y dados de si. También las botellas de vino de tamaño pequeño aparecen de quien sabe donde para tomar protagonismo. Y las barajas y los dados. Hay que verlo. Es ese momento de anarquía hospitalaria donde se inician las timbas de tute, julepe o subastao que duraran al menos hasta las tres de la mañana, acompañadas por el ritmo acompasado y frenético de los dados en el cubilete que terminan por rodar en cualquier sitio. Ya quisieran muchos casinos de pueblo tener la vida en verano que tiene cualquier noche, este hospital.
Se ocupan las salas de visita, todas las escaleras e incluso algunas habitaciones cuyos enfermos no pueden salir. Cualquier sitio es bueno. Otro mundo. Las enfermeras procuran hacer la vista gorda porque saben que es imposible vivir aquí dentro de otra manera. Incluso se quejan bajito cuando hay un humo excesivo o alguno las pellizca el culo o les soba los muslos que de todo hay. Cada uno se juega lo que tiene. Unos algo de dinero. Otros la fruta que les trae la familia o los chocolates de parientes y amigos. Los hay que juegan al mus con pastillas como amarracos y hasta uno quiso jugarse el privilegio de tener una habitación individual. Así durante cuatro o cinco horas todos los días.
Nosotros solemos jugar al mus. Juan Carlos y yo y Germán y el Chino de parejas casi fijas. José Maria apenas sabe jugar pero sabe mirar y no decir nada. No de todos se puede decir lo mismo. Nos jugamos el café de media mañana del día siguiente y allí junto a la maquina hablamos de que tendremos que repetir esto cuando salgamos de aquí, cuando todos estemos fuera y recordemos esta mierda. Intención no nos falta, voluntad si. Todos sabemos que no volveremos a vernos. En poco tiempo únicamente seremos recuerdos los unos para los otros. Eso si buenos recuerdos. Yo prometo acordarme de todos ellos la próxima vez que intente suicidarme.

IV)
- Ponme otro.
- ¿No vas muy rápido? – Al otro lado de la barra una preciosa joven pelirroja de labios carnosos y ojos verdes trataba de ser amable conmigo. Una camiseta de tirantes con escote de infarto, el pelo suelto, la voz agradable... pero no tenía el día para bobadas. –
- Espera no me lo digas. En vez de entrar en un club de putas estoy en Alcohólicos Anónimos. – la conteste todo lo borde que pude –
- Anda y que te follen, gilipollas. A ver si te ahogas. – me dijo mientras me ponía otro Tom Collins –
- No me des ideas – respondí –
En ese momento se sentó a mi lado el único amigo que me quedaba.
- No seas borde Angel – me espeto a modo de saludo –
- Joder Chino que alegría verte. ¿Cuánto hace? ¿Seis meses?– Me gire y nos abrazamos un instante mientras confirme – ¿Cerveza verdad?
- Si, eso es, como siempre.
- Lo tienes? – le pregunte con curiosidad –
- Si lo tengo. ¿Lo quieres ahora? – contesto sin mirarme-
- No, luego. Vamos a beber – le dije saboreando la ginebra –¿Sabes que Juan Carlos…
- Si, y Germán también. Mala suerte. Brindo por ellos. – Y acerco la cerveza hasta hacerla sonar con mi vaso. – ¿Como te va?
Cabron de Chino, como si no lo supiera. De cualquier forma agradecí el que preguntara.
- Todo controlado. ¿Y tú?
- No me quejo. No tengo trabajo, me tuve que ir de casa y la familia dice no conocerme. – lo dijo mas como una confirmación que como un lamento. -
- Joder, si lo se no te pregunto. – tuve que hablarle de mi para no sentirme tan mal – Ya no voy al psiquiatra. Ni tomo pastillas.
- Lo tienes claro, ¿verdad? – me contesto haciendo una mueca para indicarme que conocía la respuesta -
- Si Chino, si. Desde hace mucho tiempo. –respondí a pesar de todo y para que supiera que no tenia ni una sola duda – ¿Te acordaras alguna vez de mi?
- Supongo que alguna vez. Pero no quiero prometerte nada. – dijo frío –
- Ve a por ella Chino. Te espero aquí. Esta noche me vendrá bien beber algo.
- Tardare una hora. No quería llevarla encima. Ya sabes por si decidías… otra cosa. Te la dejare en el coche. No quiero dártela en mano.
Nos abrazamos rápido y sale despacio. Cojea. Mal asunto lo de su hernia.
Otra vez me quedo solo. Ojala no tuviera que hacerlo. Pegarme un tiro no es algo que me agrade.
- No he podido evitar oír la conversación con tu amigo. ¿Otra copa? – Ahora aquella mujer que me miraba desde el otro lado de la barra como si me mirase desde el otro lado de la vida me pareció mas guapa, mas atractiva que antes –
- No importa. Ponme otro y toma tu lo que quieras. Oye siento lo de antes – le dije embobado sin dejar de mirarla a los ojos y fijándome en el resto de su cuerpo–
- Es igual. Te entiendo. Hoy es un día duro, Ángel.
- Si por suerte hay noche – no se porque dije eso pero enseguida me vino a la memoria las noches del hospital y Germán y Juan Carlos…- ¿A que hora sales - ¡Ojala sea pronto! ¿Cómo sabe mi nombre?
- No antes de las tres. – respondió aguantando mi mirada –
- – lo diría el Chino. -No se si tengo tanto tiempo.
- Tira el reloj. – dijo rápidamente –
- Me acorde de mi enfermera de la UVI. Supe que al igual que ella nunca sabría el nombre de la mujer que tenia delante. Es igual. El tiempo seguirá pasando – sentencie –.
- No te preocupes por eso. – me dijo mientras me cogía la mano con ternura - El tuyo y el mío, ya no pasara.
Empecé a sentir un frío intenso, penetrante que desde sus dedos largos, frescos y delicados me iba robando la vida a medida que me abrazaba por dentro cada vez con más fuerza, mostrándome todo su amor hasta quemarme el corazón.
Mientras moría rompí a llorar de felicidad y solo pensaba en no soltar su mano.


FIN

31 de agosto de 2009

LOS GLOBOS

Hoy, he comprado mil globos de colores. Voy a inflar uno rojo cada vez que piense en ti. Y uno blanco cuando te vea sonreír. Uno amarillo por cada vez que me abraces y uno rosa cuando me mimes como tu sabes. Uno verde cada vez que me mires fijamente intentando saber si hablo en serio y otro azul cuando dejes caer los hombros en señal de rendición. Mañana tendré que comprar mas globos. Muchos más.

LA COMETA

Necesitare unos metros de cuerda y unas cintas de colores para anudarlas a ella con forma de lazo. Y un palo corto para liar la punta de una cuerda. La otra punta la atare a mi imaginación.
Luego haré una cometa para que vuele tan alto como ella quiera. Cruzara países, montañas, ríos, desiertos, selvas y mares hasta llegar a tu lado. Entonces terminare de soltar la cuerda que falte y la perderé para siempre. O casi, porque seguro que acabara enredada en ti.
Siento perderla porque me hace muy feliz pero se que tú, sabrás cuidarla.

LA BALLENA

Sé que en algún lugar del mar,
se esconde mi ballena preferida.

Una ballena capaz de matar ilusiones,
con heridas profundas y dolorosas
que no van a cicatrizar nunca.

Y también sé que alguna vez
cuando suba a respirar,
acabare enredado entre
cabos sueltos de recuerdos
y arpones de firmeza
que me arrastraran
hasta el fondo de ese mar,
que tanto amo.

Y ya, no subiré jamás.

DISTANCIA

Mañana hará veinte meses
que pasaste por mi lado.
Dos mil micromilesimas nos separaron
y me quede colgado de ti.

Dos meses después te acercaste
a menos de dos océanos y un continente
y seguías tan radiante...
supe que estaba enamorado.

Seis meses mas tarde pasaste a una distancia
de dos soles y tres planetas
mucha pero no lo suficiente
para dejar de quererte.

Un año después
nos separan dos sueños
una fantasía y tres quimeras
pero no puedo dejar de pensar en ti

Mañana hará veinte meses
que pasaste por mi lado
y voy a dejar de quererte.
por la puta manía que tienes
de irte cada vez mas lejos.

CONFESION

PROLOGO
Dice Inés que: ¿Quién soy?
A veces yo también me lo digo.
Intuyo que aun a día de hoy
apenas distingo si vengo o si voy
y mas de una vez me maldigo.

INTRODUCCION
Se que nací en Madrid
uno de cuatro hermanos
que podría llamarme David
que guardo un antiguo dni
y que me case muy temprano.

Que hace tiempo deje mas de un rollo
el del fútbol: gol, penalti y falta
el de la tele: andreita comete el pollo
el del sexo: hoy fatatas, mañana follo
y que me quedo con el güisqui de malta
y con una ginebra azul y fría
que tomo a tragos largos
y aunque parezca una manía
he llegado a comprobar algunos días
que la ginebra besa besos largos

Que aprendí cuanto pude
que pensé lo que quise y quise
se que si te pasas alguien te sacude
y que antes de que me mude
me preocupara lo que no te dije

NUDO
¡Dice Inés que quien soy!
Que tengo la voz bonita, que parezco un profesor…
pues no, ni enseño ni profeso ni milito
ni política ni religión ni siquiera un poquito
si acaso música, cine y un antiguo lector.

Como a todos me partieron el corazón
y otra vez se lo llevaron
me salvo cuando no quise la razón
y aprendí que dios es un cabron
que juega con nosotros a los dados.


Pase trece años en coma,
y aprendí que en coma no se sueña
ni se sueña ni sientes como toma
la vida todos esos años de vida roma
mientras te tatúa: no se viven las vidas pequeñas.

Y por fin un día despiertas
y te regalan un piso, un hijo y una hipoteca
y pasas de tener una vida discreta
a vivir una vida de anacoreta
y además en medio me cambiaron por euros las pesetas.

DESENLACE
¡Que quien soy dice Inés!
Alguien con una vida ideal, como para no creerse:
seis u ocho trabajos, en el paro alguna vez
dos operaciones, media muerte sin estress
una vida para gritar: ¡es que hay que joderse!

Y hoy que por fin empiezo a entender
que veo cada cosa en su sitio
que mi hijo se esfuerza en crecer
que a ritmo de rap dice verme envejecer
y que con un lápiz escribo ripios,
hoy prefiero venir a beber cerveza
aquí, al bukowski, rodeado de poetas
y con una sola idea en la cabeza
ver como Inés grita: ¡barra libre, se acabo la pobreza!
y que alguna vez me toque a tiempo el peta.

Ahora que me debato entre el silencio y el grito
que a veces te quiero, y otras no creo
que a veces vivo y leo y otras pito y repito
ahora como dice cuando canta Fito:
“se que soy mucho mas guapo, cuando no me siento feo”

EPILOGO
Y ya esta. Este soy. Lo que ves.
Hecho de polvo de estrellas
y enganchado a una de ellas
paso día a día y mes a mes.

FIN
Ponme una cerveza Inés,y cóbrale a dios la botella.

26 de agosto de 2009

GRACIAS POR SU VISITA

Apuntes de estas vacaciones en las servilletas de papel de bares, chiringuitos, restaurantes, similares y sucedaneos.

Mi tiempo y tu tiempo tienen la facultad de encontrarse a veces. El mió viene de dentro, del fondo. El tuyo debe venir de algún planeta lejano sujeto a las leyes físicas de los agujeros negros, esos que absorben y distorsionan todo lo que hay cerca de ellos. ¿Porque si no, llegas siempre tarde?

Me mueve la emoción el sentimiento, las ideas que circulan por mi cabeza y acarician mi cortex cerebral. La intención hacia ti, aspirar el aliento de dejas escapar cuando hablas, recoger el movimiento de tu cuerpo al revolverte, la sensualidad de tus caderas al llegar a mi… A ti sin embargo te mueven las piernas. Si, esas que quedan al final de tu culo.

ENVIDIA (de la_conica)
La intención es robarte las palabras escritas una a una, o mejor: todas a la vez para hacerlas mías para ponerlas en mis labios y recitarlas mientras siento su dulzura al decir las mismas cosas que dicen otros, solo por haberlas escrito tú.

La bandera que persigo ondea en mi cabeza con el mismo movimiento rítmico de tus cabellos.

Creo que el ojo de los insectos es así. Forman una imagen a través de las miles de ellas que toman con sus ojos. Mi cerebro es igual. Va formando imágenes de todas las fotografías que hicieron los ojos y las guardan en algún lugar de mi cerebro. A veces sales tú. A veces no. A veces veo nubes a veces no consigo ver. Igual tengo que descansar más y limpiarme las gafas de vez en cuando.


Pienso que puede,
Puede que crea,
Creo que siento,
Siento que digo,
Digo que pienso…
Pienso,
Puedo,
Creo,
Siento,
Digo…
Y miento.

Decidí no llevar reloj para no medir el tiempo. Y llegado a este punto me planteo la trágica verdad de que mido el no tiempo con igual intensidad. El tiempo que existe antes durante y después. Boca arriba, boca abajo, delante y detrás por allí por acá… se me hace tarde. Que hora no será?


El limite es una fina línea entre el presente y el futuro. Tan delgada que no puedes elegir poner en ella los dos pies: no caben. Debes situar un pie entre el presente y el limite y otro entre el limite y el futuro. El limite te obliga a elegir. Yo elijo un pie en el presente, otro en el futuro y el limite me lo paso por…

Me siento tan feliz con un lápiz y un papel escribiendo las tonterías que se me ocurren, pensando que el tiempo descansa dentro de la tinta azul que se gasta al ritmo de mis ideas… y soy tan feliz… que creo que me estoy volviendo gilipollas.

Seguro que de todos los futuros he elegido el mas imperfecto. El único que me mantiene vivo.

Ansío su boca, su cuerpo, ver su cara y hasta su voz. ¿Como se conjugara el verbo ansiar en el futuro? Ansié, ansiare? Vaya memez. Por si acaso empezare a conjugar los verbos reflexivos.

Detrás de “GUINNES” se encuentra una suerte de felicidad: talla 95, creo.

De particular a particular: te quiero pero no lo comentes.

Hoy en día debo elegir entre amar a crédito o amar a debito. Y todo antes de que caduquen las posibilidades de mi tarjeta.

Un buen culo es importante. Mas si no tienes buenos pechos.

Las ideas son importantes, si te falta iniciativa.

5 de julio de 2009

Papiroflexia

Esta mañana después de levantarme, volví a doblar la cama para guardarla en el bolsillo. Desplegué la taza de té y dos galletas pequeñas que cabían perfectamente en la palma de mi mano. Luego hice el coche. Hoy uno deportivo con alerones y tubo de escape exterior. Después de aparcarlo en la cartera, abrí mi despacho, despacito, por no desordenar los papeles que se amontonan. Mas tarde una comida rápida, (doblo, giro y vuelta) y por la tarde de nuevo al taller donde pliego las palabras. Lo que siento es que al coger un pañuelo del bolsillo, he perdido la cama. Ni idea de cómo voy a doblarme esta noche.

29 de junio de 2009

Pesimismo

Lentamente noto que gano la batalla. ¿Quién dijo que en la victoria hay honor, alegría, satisfacción? El cansancio se va acumulando en mi igual que el tiempo en los caminantes. Ya apenas soy capaz de levantar los brazos en señal de victoria y mucho menos la mirada. Me da vergüenza. Esta estúpida guerra, esta maldita guerra acabara con nosotros. Con todos. Vencedores y vencidos. No se puede ganar sin perder a la vez.
Dentro de poco tiempo nada de esto existirá. Ni los motivos ni los excesos, ni tu ni yo y habré olvidado preguntarme para que todo esto. He decidido perderla. Apoyare y ayudaré tu victoria. Así al menos seguiré con mis ideas intactas. Ideas estúpidas que no gastare al intentar imponerlas. Quizás sea el principio. O el final. Quizás, este aprendiendo.

17 de junio de 2009

FADO

(Para Isabel, que me enseño lo que era un fado,
pidiéndome al oído que lo bailara con ella)


"…se apagaron las luces,
sonaron las guitarras
y según cerraba los ojos,
empezó a cantar…"

un fado

en algún momento,
con recuerdos sepultados
bajo capas de ceniza
de algún antiguo fuego

que quedo a la espera


de una voz de color violeta
que disparase su versos al viento,
que surcara los aires tristes y
que soñara su recuerdo

para morir dentro.

No contaba
con lo frágiles que son
algunos aliados
y después de atravesarme,

estallo entero.

e.g./ may-09

16 de junio de 2009

LISBOA

He oído hablar del otoño en Lisboa.
Aunque únicamente conozco su primavera, he decidido volver. Volveré para contar los mosaicos blancos y negros de sus calles. Y de sus plazas. También contare los árboles, uno a uno. Y sus palacios antiguos.
Y mediré las aguas de su río y el ancho de su boca al llegar al mar. Y los momentos tranquilos, también los mediré. Sus horas de luz, sus vientos atlánticos, el olor a sal y el color marinero de sus barrios viejos, también. Espero que no falte nada. Que todo sigua igual.
Porque volveré para pasear por Lisboa. Andarla y sentirla viva bajo los pies y esperar con suerte que alguna vez me permita echar el ancla en ella.
Y cuando me canse, me sentare a comer y beber vino en la plaza del Comercio, en una terraza que me haga fantasear mientras espero que pase Pessoa por casualidad.
Y a que pase el tiempo como si el tiempo fuera un fado lento cantado al oído. Un fado que diga que Lisboa me aprisiona a condición de que la quiera, para que no me vaya nunca. Como debe ser.
He oido hablar del otoño en Lisboa.

eg/may-09

26 de mayo de 2009

VIAJE AL INFINITO (basado en hechos reales)

Primero viniste a casa. A la terraza que da al oeste. Un inmenso terreno cuajado de arbustos y árboles recién plantados. Girabas la cabeza de un lado a otro y procurabas fijar la vista en algún punto, sin conseguirlo. Se notaba que era demasiado espacio para ti. Entonces empezaste a jugar con los gatitos pequeños que se acomodaban por tus pies. A uno lo acariciabas, a otro le miraste fijamente para recriminarle la envidia y los arañazos suaves en los tobillos. Finalmente dejaste que te mordiera los dedos de la mano mientras te quejabas de broma.
Otro día fuimos al mar. A mi casa de la playa a orillas de un hermoso mar particular que incluía como si fuera una postal una ballena varada, con su geiser perpetuo. Recorrimos la orilla bajo la luz del mediodía, despacio sin dejar que el agua nos mojara. No se porqué. Supongo que hay misterios que no quieres enseñarme. Luego nos sentamos y hundimos los pies en la arena. Y empecé a leer. En ti y a ti. Tu te reías abiertamente por los juegos de palabras, por las palabras y porque las ideas que guardaban las palabras te hacían cosquillas el los oídos. Mientras reías comprendí que te gustaba lo que decía.
Ayer volamos hasta las tierras altas. Casi dos mil hectáreas hacia el oeste. Mientras el piloto por radio iba ejerciendo de guía para que viéramos a izquierda y derecha los principales atractivos del viaje, nosotros fuimos recuperando las viejas conversaciones que siempre nos gustaron. Todo el día estuvimos recorriendo los caminos y senderos y todo el día seguimos hablando. Y estabas feliz de poder hablarme.
De vuelta, quedamos para comer cualquier día. Esta vez iremos a un sito pequeño para que las palabras que nos digamos, esas que los espacios grandes y vacíos difuminan en los primeros instantes, salten entre las paredes y podamos oírnoslas una y otra vez.
Después compartiremos el postre, y yo imaginare un viaje cercano con cara de gatito juguetón cruzando por debajo de la mesa, y mordiendo suavemente tus tobillos viajeros enterrados en la arena, mientras me sigues hablando para que lea en tus labios, las palabras de este ultimo viaje que aun no hemos iniciado.

e.gamella
may/09

21 de mayo de 2009

CON FRIO

A veces yo también paseo distraído en invierno, en esos días que invitan mas a estar en casa que andar por ahí rumiando ideas locas, y que nos abandonan inevitablemente igual que nos deja, el vapor de la respiración. Será, por su escasa consistencia y su poca necesidad.
Sin embargo a pesar del frío intenso que me muerde en las manos y en los ojos, me gusta creer que debo aguantarlo. Si hubiera juntado todos esos alientos, tan cálidos, y hubiera sido capaz de tejer ropa de abrigo con ellos, hoy no pasaría frío en la calle cuando pienso.
Y además paseo despacio. Si la idea que tengo merece la pena, espero que el frío pueda congelar las imágenes y así con peso, clasificarlas, ordenarlas y guardarlas más fácilmente en los estantes de mi cabeza, tan fría que empieza a quejarse a estas alturas del paseo. No soporto la idea de que este también fría por dentro.
Pero casi todos, uno tras otro, los pensamientos se confunden y escapan de mí, convertidos en vaho, lo que sin duda prueba su escasa consistencia y la poca necesidad de pasear con tanto frío.
Y sin gorra en invierno.

e.gamella
abr/09

17 de mayo de 2009

ENTRE PUNTOS

Entre putas y retamas se nos paso el día volando. El paseo con aquellos zapatos viejos de recordar pasados o los dedos anudados que enviaban mensajes igual que conexiones de células especializadas (punto y seguimos). La mirada hacia la parte feliz de los ojos, los abrazos ahogados por murmullos de conjuros que se deslizaban lentamente por entre los labios presos a su vez por alguna maldición maldita y el cruce de palabras como tatuadas en papel con sus silencios, sus acentos en las vocales que provocaban intención o sus puntos y aparte.
Aquí fue donde inventaste “el punto y además” que yo bautice como “punto sin después” y tu rebautizaste advirtiéndome enérgicamente como “punto sin retorno”, aunque siempre sospeche que un día seria yo mismo el que escribiría ese punto (y final), sin tinta de marcar.
Recuerdo haber vuelto al mundo en una nube. Entre putas y retamas se nos paso una vida que duro un solo día. Punto y feliz.

11 de mayo de 2009

EN LA ARENA

El sol, a plomo, vomita un sofocante calor de infierno. Allí abajo: ellos.
Los dos, frente a frente juegan a engañarse, para salir airosos del trance dramático que están viviendo. Miden los pasos, miden los tiempos. Juegan a acusarse, a rozarse, a formar arabescos con el cuerpo,y cuando están muy juntos a beberse los alientos.
Piensan en lo cerca que se encuentran, incluso de la muerte y no pueden evitar tragarse el cielo. Las gotas de calor y miedo llegan a su frente y levantan la cabeza buscando aire fresco. Se miran por un instante a los ojos, los cuatro ojos negros y ven, allí abajo, en el fondo todo aquello que están sintiendo.
Ven al amigo que produce emociones desconocidas. Ven al compañero que produce el miedo. Ven la tristeza ante lo que saben inevitable. Ven la pena, la rabia, la desesperación: el infierno. Y se ven a ellos mismos, tan solos, allí abajo...
Comprenden que solo se tienen el uno al otro y así va a ser hasta el final. Ahora ninguno de los dos quiere jugar al engaño. Ahora necesitan ser totalmente sinceros. El uno no le cita. El otro no le mide. El uno no enseña el trapo. El otro no escarba ofendido por ello. Entre ellos, la nada y una presencia que augura para siempre el silencio.
Una puñalada rasga el aire, abre la carne, rompe el tiempo. Todo en el mismo momento
Llega el llanto para los cuatro ojos negros. El uno llora de pena. El otro de remordimiento. Allí abajo, sobre la arena dorada de la plaza, los dos solos y el calor y sus recuerdos. Amigo, compañero: aun no te has ido y ya te hecho de menos.
Mientras uno muere, sin prisa, despacio, lento, se despiden los cuatro ojos negros, sin palabras, sin miedo, sin resentimiento. El otro sabe que los dos están muertos.

e.gamella
sep/08

6 de mayo de 2009

PALABRAS PARA SOÑAR

Hay palabras que sueño para tatuarlas dentro de ti. Por ejemplo latido. Y sueño un millón de palabras que voy dibujando con grafito sobre la idea de tu cuerpo, envuelto en la piel que un día heredare. Está firmado. Si sueño la palabra lazo, procuro anudarlo urgentemente a tus intenciones, antes de que te des cuenta, me descubras y reclames un divorcio expres de las habilidades de mis manos. Hay otra: tentación, que la sueño despacio asegurándome que milite entera dentro de ti. Espero que crezca y termine por hacer cosquillas en los pliegues de mi confianza. Pero solo cuando sueño la palabra sueño, me permites tatuar sobre realidades, aunque no me permitas saber en que parte de ti me encuentro. Una vez soñé con la palabra acertar pero claro, tu eso no lo apreciaste. Tu, solo admites sustantivos.

e.gamella abr/09

Hay palabras que sueño
para tatuarlas dentro de ti.
Por ejemplo latido.
Y sueño un millón de palabras
que voy dibujando con grafito
sobre la idea de tu cuerpo,
envuelto en la piel
que un día heredare. Está firmado.

Si sueño la palabra lazo,
procuro anudarlo
urgentemente a tus intenciones,
antes de que te des cuenta,
me descubras y reclames
un divorcio expres
de las habilidades de mis manos.

Hay otra: tentación,
que la sueño despacio
asegurándome que milite
entera dentro de ti.
Espero que crezca
y termine por hacer cosquillas
en los pliegues de mi confianza.

Pero solo cuando sueño
la palabra sueño,
me permites tatuar
sobre realidades,
aunque no me permitas saber
en que parte de ti me encuentro.

Una vez soñé con la palabra acertar
pero claro, tu eso no lo apreciaste.

Tu,
solo
admites
sustantivos.


e.gamella abr/09

4 de mayo de 2009

LAS HOJAS MUERTAS

Eran los principios del invierno. Aquel año los fríos habían llegado con ganas de quedarse más tiempo del habitual. Empezaba a amanecer en el parque y el sol iba dejando de ser esa inmensa bola anaranjada siempre por delante del cielo azul. Azul cobalto, azul añil, pero siempre azul para seducirnos por la mañana, mientras los rayos del sol ganan terreno a las formas oscuras que han reinado por la noche. Algunos pájaros entrenaban sus gargantas para el resto del día. Un pato lanzo un tremendo graznido que hizo levantar el vuelo a las palomas reunidas en un árbol cercano. El batir de sus alas me pareció un aplauso que también servia para saludar al sol, que poco a poco iba cogiendo fuerza y durante un momento, soñé que empezaba a calentar.
En nada de tiempo, la escarcha que cubre el campo empapara la tierra para que algunas semanas después la hierba mullida y suave tiña de verde estos campos. De verde, como la esperanza. Entonces los árboles despertaran e irán abriendo las yemas que ya despuntan en algunas ramas y volverán a verse grandes, frondosos, frescos, como cuadros de Pissarro. Y a juego con la hierba sus hojas esmeralda. Las mismas hojas que al final del verano caerán y tapizaran otra vez los caminos, las veredas, el paisaje, igual que hojas muertas rígidas y quebradizas que se confunden con el color del suelo.
Fue en ese momento cuando empecé a ver como desde allí, desde el suelo, cientos, miles de aquellas hojas me mandaban mensajes en forma de destellos. Eran tantos y a tanta velocidad que parecía estar mirando sobre las hojas, una noche estrellada. De esas en las que todos nos hemos reconocido alguna vez, al fresco de algún verano que juramos no olvidar, mirando al cielo con el cuello retorcido y muy quietos porque si nos movemos, creemos que se romperá la magia y nunca llegaríamos a entender lo que sin duda nos están queriendo decir las estrellas en ese momento.
Y por nada del mundo deseamos algo así y cuando queremos darnos cuenta nos encontramos como niños pequeños mirando con ojos asombrados lo infinitamente pequeños que somos y lo infinitamente emocionados que nos sentimos por pertenecer a tanta belleza. Y yo ahora tenía ante mis ojos, en el suelo y con la luz amaneciendo, esa misma sensación. Apenas movía un poco los pies, el cuerpo o la cabeza volvían insistentemente aquellos mensajes que como los de las noches de verano, no podía descifrar. ¿Qué querrían decirme?
Soñé que las hojas que caen de los árboles a principios del otoño, esas que cambian al color amarillo brillante luego al oro viejo y finalmente se desprenden del árbol para esconderse con el suelo, esas miles, millones de hojas que una vez han cumplido su tiempo pensamos que mueren, esas hojas aun estando lejos de su esplendor de su lugar de la misión para la que nacieron, esas hojas que están en el suelo: aún no han muerto. Y quieren contarnos algo que ellas vieron.
Quizás quieran contarnos que bajo ellas, en primavera, vieron desfilar los niños pequeños con ojos asombrados, muy abiertos para no perder detalle de la vida nueva que se abre ante ellos. Con manos ansiosas, inquietas que nos advierten con gestos que lo quieren todo y que no hay nada que les pare por dentro. Y en verano, que vieron pasar parejas con abrazos risas y besos. Y vieron pasar ideas, ilusiones, deseos, tesoros escondidos, amores, celos, felicidad, dolor, desconsuelos. En una palabra vieron como pasaba la vida. Y al llegar el otoño vieron como bajo ellas se sentaban cansados algunos viejos a contarles a las palomas como había sido el día de ayer sin ellos. Como el día de hoy tampoco estaría el o ella y que quizá mañana no venga, que ya esta muy mayor y nadie sabe que pasara. Y que ojala pase algo y no vuelva nunca más. Que ya esta bien. Que no lo entiende y que solo tiene ganas de volver a verle. O verla.
Quizá, cuando llega el invierno, las “hojas muertas” quieran contarnos todo esto. Y los cientos, miles de destellos que nos atraviesan son mensajes en idiomas-luz que debemos descifrar para entenderlo. Para entender que la vida que nos abraza, como se abraza un deseo.

A veces me despierto por la noche y revivo otra vez aquellos momentos. Sigo sin entender el mensaje de aquellas hojas en el suelo. Pero ahora se que si la luz de la mañana golpea sobre el hielo que la noche a puesto en las hojas y me llega su reflejo, es una pura carambola que se da una vez entre diez mil pero no estoy dispuesto a aceptarlo como verdadero, es mas, estoy dispuesto a rebatirlo con toda mi alma y mi mayor empeño.
Y reconozco que cuando ando por debajo de los árboles desde que empieza el otoño hasta que acaba el invierno procuro no pisar ninguna hoja, ir dando pequeños saltos para evitar herirlas y confio en que no piensen de mí (algunos) que estoy bebido o ciego. Es solo que no quiero pisarlas.
Por si alguna vez puedo leer sus mensajes y por fin las entiendo.

27 de abril de 2009

...QUE SIEMPRE VALE LO OSCURO PARA PODER VER MAS CLARO

- ¡Hola! Te llamo para que me hagas reír.
- ¿Necesitas reír?
- No, yo no. Pero tú necesitas saber que estoy bien.
- De acuerdo:
- Doctor, me duele aquí y aquí y aquí y aquí también y también aquí…- y va tocando con su dedo índice una a una, prácticamente todas las partes su cuerpo.
- Lo que le duele no es el cuerpo. Es el dedo. Esta roto.
- Es divertido aunque un poco doloroso. Deberá aplicarse Nodolorol.
- Gracias por reírte. Es cierto. Necesitaba saber que estas bien.
- ¿Volverás?
- Claro. Olvidé una sonrisa.
- ¿Ella lo sabe?
- Debería. Todo esto no son más que matemáticas. Un juego de matemáticas y espejos donde todo es nada y nada es lo que parece ser.
- Asegúrate. Los viajes por hacer deberían incluir botiquín de serie.
- Y los corazones de cristal seguros a todo riesgo. Son demasiado frágiles.
- Un beso.
- Un beso.

23 de abril de 2009

CUALQUIER DIA

Cualquier día antes de que te pierda definitivamente te diré todo lo que nunca he sido capaz de decirte. Te diré que no era cierto que me diera igual verte o no. Que la música sin ti, no suena igual. La lluvia no moja lo mismo, el sol sale mas tarde, se pone antes, el mar es menos amable y las olas, las olas no terminan de llegar sino estas a mi lado. Y que si no dormíamos juntos, yo no dormía.
Que espero volver a encontrarte alguna vez y pedirte que no vuelvas a desaparecer. Que no te vayas nunca más.

Si puedo, te lo diré cualquier día.

e.gamella
mar/09

18 de abril de 2009

EN LOS VIAJES POR HACER

para conica (pero con mucho miedo)

“En los viajes por hacer esta tu boca”
Y hablas de los viajes no hechos,
de los caminos no recorridos
de las heridas, del sol, la edad o el viento.
Luego cuentas del resto.
De tu boca de tu lengua de tu sexo,
y de tus clavículas y de tus dedos.
Lo dices tú.

En los viajes por hacer hasta su boca
están todos los viajes completos
hay pruebas, inventarios, circunstancias
y acuses de recibo.
Del resto, me quedo con tus clavículas.
Seguramente podré mirarlas
sin que tengan que curar las heridas
el sol, la edad o el viento.

Esto, lo digo yo.

NANAS DEL MAR

Duérmete niño querido
cierra los ojitos junta las pestañas,
boquita de mimo
narizita salada

Duérmete niño chiquito
acerca tu corazón junto a mi ancla,
cuerpecito de nácar,
sueños de ola blanca

Duérmete niño del alma
mejillitas de plata manitas calladas,
bracitos de amarra,
juegos de mar brava,


Ahora que estas dormido, perdido entre mis brazos, mecido por la barca,
devuélveme el amor que esta noche me has robado,

para dártelo mañana.

28 de marzo de 2009

Los fantasmas

Y se vistieron para la misa de 12. Movimientos lentos, precisos, sin dudas. Primero la ropa interior, luego calcetines y medias. Pantalón corto, falda plisada, camisas de entretiempo, jersey sin mangas, rebeca fina. Luego ataron los cordones de sus zapatos sin equivocarse. Finalmente se peinaron, se pusieron los abrigos, cogieron los caramelos y se dirigieron a la puerta de la calle. Salieron y cerraron suavemente. Sus padres se miraron felices pensando en lo difícil que era enseñar bien a los niños. Y todavía más si los padres eran agnósticos como ellos. Después una ultima mirada a la casa y se desvanecieron para siempre.

25 de marzo de 2009

SOBRE LAS BALLENAS


MENSAJE ESPECIAL: SI ALGUIEN CONOCE AUNQUE SEA POR CASUALIDAD PORQUE LAS BALLENAS QUEDAN VARADAS EN LAS PLAYAS Y TERMINAN MURIENDO IRREMEDIABLEMENTE REPITO SI ALGUIEN CONOCE EL MOTIVO POR FAVOR QUE LO DIGA BIEN ALTO PARA QUE PODAMOS ENTENDERLO LOS DEMAS Y NO CREER QUE ESTO TAMBIEN ES UN ERROR INHUMANO. IGUAL CON UN POCO DE SUERTE SEGUIREMOS OYENDOLAS CANTAR (PITINGO: NO ES PERSONAL). GRACIAS.

20 de marzo de 2009

El Pasado

Para RDT que me hablo y me hizo recordar el pasado

Desde siempre el hombre
supo que el pasado
pasado estaba y no volvía
pero no es cierto.
El hombre se mentía


En algún momento se piensa
que una vez el tiempo cede
se vuelve pasado y no puede
ser presente aunque lo intenta

Insistente una y otra vez pretende
revivir cualquier acontecimiento
que le valga de momento
para sentirse otra vez presente

El pasado no se da cuenta que
a veces cuando se convierte en recuerdo
se vuelve el más perfecto
de los tiempos
nada cambia en el pasado
Ninguna palabra, ninguna mirada
ningún sentimiento
y puedes vivirlos una y otra vez
Volver a escucharlos, volver a mirarlos
eternamente
y es una ventaja saber como empieza
y como acaba el pasado, en el presente.

e.gamella
dic/08

19 de marzo de 2009

LA LLAMADA

Se levanto despacio y desperezo los músculos de la espalda antes de apagar el cigarrillo contra el cenicero con la misma indiferencia con la que había apagado los otros. Aun con la mirada perdida mas allá de los ojos se acerco al mueble donde guarda lo que le queda de vida. Intenta recordar como era aquel libro que de pronto le había despertado del letargo cansino e indolente en aquella tarde de domingo. No consigue recordar pero sabe que no va a dejar de buscarlo. ¿Cuál seria? Al fin y al cabo ya solo le quedan veinte o veinticinco de aquellas historias que tanto le habían conmovido.
Aquello empieza a ser una estupida obsesión. No le gusta pero debe encontrarlo. ¿Cómo era? Si al menos consiguiera recordarlo. Todos los libros que pasan ante sus ojos han tenido una vida grata. Ninguno guarda ya el esplendor de lo nuevo. Ajados, rotos alguno con una goma elástica haciendo las veces de cierre para no perder su intimidad. ¿Pero donde estará? ¿Y si lo había perdido en alguna de las ultimas mudanzas? Solo lo piensa un instante pero suficiente para que la tristeza trepe hasta su garganta y empiece a carraspear intentado evitar que se acomode el sufrimiento. Ya sabe por experiencia que allí se convertiría en nudo de horca de esos que aprietan hasta hacerle saltar las lágrimas.
A duras penas empieza a desechar las opciones que su lógica le permite razonar. Primero descarta los tres tomos de los “Evangelios Apócrifos” esos que están prologados por Borges y a él le parecen un tesoro. Después aquellos otros cuatro libros de Blasco Ibáñez donde había basado como si fuesen los pilares de su vida, sus creencias más firmes. Después desfilan Mann, Joyce, Stendhal, Woolf. Tampoco son el libro que busca. Engels, Bakunin, Hesse, Nietzsche, Darwin y los poetas: Borges (para el siempre será un poeta) Byron, Kavafis, Benedetti, Machado. Y detrás de ellos casi escondido, a propósito, alejado de su propia mirada (aunque ahora no recuerda bien porque) ve el libro que busca.
Poco a poco todo empieza a recobrar sentido. Lo coge con cuidado, con mimo más por él que por el libro y cuando lo tiene cerca sabe que la emoción volverá a inyectarle la vida que necesita. El libro cobra vida rápidamente y se abre para darse como un amante seguro de si mismo y al abrirse deja al descubierto su prueba de amor. Todo aquello que él había querido guardar entre dos paginas. Recuerda aquéllos versos que los pétalos amarillentos de la flor que allí sigue (de ella, si de ella) de su mano apenas dejan leer…

¡Si me llamaras…
Lo dejaría todo
Todo lo tiraría
Los precios, los catálogos, el azul
del océano en los mares
Los días y sus noches
Los telegramas viejos
Y un amor…

El sabor salado de aquella lágrima le hace regresar rápidamente a la realidad y cierra cuidadosamente el libro, “su” libro. Vuelve a dejarlo en la estantería, allí, medio oculto para volver a encontrarlo cuando sienta la necesidad.
Enciende un cigarrillo y se acerca a la ventana para que en un arranque de ira controlado, el humo choque contra los cristales. Recuerda la frase que le decía en estas ocasiones, al oído mientras se colgaba de su cuello, toda amor, toda ella “Aun cuando no tengas nada, te quedaran los recuerdos”. Se tira en el sofá donde vela las noches, fija la mirada en el infinito, ese vacío tan cercano para él y poco a poco empieza a recordar la vida que le hubiera gustado tener al lado de ella. Si le hubiera llamado.


e.gamella
nov/08

18 de marzo de 2009

LA LUNA

Una vez la fortuna
salio de entre las sombras
para enseñarnos como se nombra
la luz de plata, la luna.

Y desde entonces sirve su reflejo
para que se miren los amantes
justo hasta el momento antes
de convertirse en un mismo espejo.

Si alguna vez por error o por descuido
o por simple amor a ese amor desconocido
ni ves la luz ni encuentras reflejo de plata alguna
entonces antes de que salga el rey dorado
ponte las alas de buscarme, las de Icaro enamorado.
Estaré perdido en la cara oculta de la luna.


e.gamella
dic/08

15 de marzo de 2009

Mi abrazo

Ven que te abrace. Déjame que te rodee. Así. Ahora deja que te mire. Calla. Quieta. A ver esos ojos que tanto quiero. Como me gustan. Y como me gusta mirarlos para ver que encuentro. ¿Qué pones en ellos cuando me miras? ¿amor?, ¿ternura?, ¿cariño? No. Ya se. Algo de todo ello. Para un poco. Y no, no te suelto. Estas loca si crees que voy a soltarte, ahora que te tengo. Espera, sigo. Tu boca. No, no. No la cierres ahora. Si. Creo que me gusta más cuando sonríes. De lejos porque entonces, a mi, me parece que prometes solo verdades. De cerca porque solo se la puede besar o mirar como se mueve imaginando que cuenta cuentos. Y no. No te suelto. ¿No ves que quiero que mis brazos entiendan el calor de tu cuerpo? Espera. Deja que te mire un poco más. Deja que no pase el tiempo. De acuerdo, te suelto un poco. Pero solo para que juegues a que te quieres ir de aquí adentro.

Y rápida te das la vuelta. (Te aprovechas de que soy bueno. Ahora que estas de espaldas se me atraganta el aliento). Ya tengo donde quería tu pelo. Le acaricio con mi cara (No. Soy yo el que se acaricia con tu pelo). Lo huelo. Me recuerda cosas de niño pequeño. ¿Y porque no te estas quieta? Los dos sabemos este juego. Sigo. Ahora con las manos atravieso tu cuerpo para llegar al vientre eterno. Principio y fin del mundo (tú estas parando el mundo en este momento). Y yo ato mis dedos para que no puedas escapar de este infierno. Y entonces como por arte de magia dejas de jugar y te rindes a los sentimientos. Te quedas quieta. Quieta. (¿En que piensas con tanto secreto?). Quieta. Quieta. Muy quieta. Si no fuera porque siento tu respiración diría que no te tengo. (¿Qué sentido tendría estos brazos sin tu cuerpo dentro? Mejor no lo pienso. Ahora que he aprendido a abrazarte. Ahora que se, que lo que quieres de un abrazo es que sea cierto).

Entonces, te mueves despacio. Y yo aflojo. Te dejo. Te vuelves (¡Eh! no te lleves el pelo). Te sigues volviendo. (Ya no lo tengo). Vuelve tu mirada, tu sonrisa. Y mi desconcierto. Pero no es lo mismo. Ya no hay lucha. Hay una firmeza que me da más miedo. De frente, sin dejar de mirarme, ordenas a tus manos ir hacia las mías que esperan en tu espalda (ahora lo entiendo). Las coges y tierna desenredas el nudo de mis dedos y antes de darme cuenta (ahora no pasa el tiempo) eres tu la que me abraza, la que me sujeta los brazos, la que me roba el calor del cuerpo mientras me asomo a tu sonrisa y a tus ojos negros y yo que no se luchar (ni quiero) entonces… entonces: me muero. Porque no solo me abrazas por fuera ¡tú me abrazas también por dentro! Y me quedo estático, quieto, quieto. Muy quieto.
.
.
.
.
(Ahora que pertenezco al mundo de los muertos espero que me devuelvas a la vida con un beso. Y volver a abrazarte. Y empezar otra vez el juego).


e.gamella
oct/08

15 de febrero de 2009

Despedida


Ya ves, después de tanto tiempo y a veces siento una infinita necesidad de ti. De volver a verte, de hablarte, de pasear contigo y de reírnos juntos. Recuerdo los días que te vi y recuerdos los días tristes que no te vi. Pero sobre todo recuerdo un día que fui a besarte para despedirme y me retiraste los labios diciendo: “No me beses, luego te vas y no puedo resistirlo”. Y no te bese. Y me fui. Y no puedo resistirlo.



e.gamella_dic/08