5 de septiembre de 2013

Cuando seas no



Cierra los ojos
afloja los músculos
aparca los sentidos
los sentimientos
las ideas vagas
las sensaciones raras
y todo lo demás.
Exhala el aire que te queda
cesa la actividad
deja de ser quien eres, quien serás
deja de sentirte todo
de sentirte tú
deja que se vaya
deja de respirar.
No eres
no quieres
no vives
no sientes
no mientes
no pienses
no vales
no sabes
no cabes
no quieres
no eres
no eres
no eres
no eres no
eres no
eres no
quieres no
tienes no
sientes no
mientes no
sientes no
piensas no
vales no
sabes no
quieres no
eres no.
Abre los ojos.

Y ahora empieza a no respirar.

Rosa azul



Era una rosa azul
rosa de todos los vientos
rosa de oscuridad desnuda
rosa azul de voces mudas
rosa azul de mares eternos.

Era una rosa azul
rosa de fuego en calma
rosa de piel de cielo
rosa azul y negro velo
rosa azul de arenas blancas.

Era una rosa azul
rosa de ojos de mar profundo
rosa espuma de sal
rosa azul cuerpo de mar
rosa azul vaivén del mundo.

Era una rosa azul y noche
rosa de flor y luna
rosa herida de luz
entre las rosas como tú

rosa azul solo hay una.

Asím y el mar



Asim-Al-Harem nunca se había movido de su ciudad pero había oído las historias de los viajeros que llegaban y hablaban de un espacio casi infinito como el cielo de agua azul que se volvía blanca cuando llegaba a la tierra y que atraía y amaba (y a veces podía llegar a matar) por igual a todo aquel que lo contemplaba.
Y Asim busco por donde hacerse a la mar. Primero subió a las cimas más altas por ver si divisaba aquella enorme masa de agua de color azul de la que tanto había oído hablar pero desde lo más alto las nubes impedían cualquier otra visión que no fueran ellas mismas como si quisieran acaparar el vértigo de todas las miradas y no dejaban ver el azul intenso. Se dispuso a seguir el curso de cualquier rio para llegar al mar pero no supo encontrar un rio que no muriese en otro rio que no muriese en un pantano sin fondo o en un salto mortal.
Decidió entonces seguir al sol y viajo de país en país preguntando por un puerto, un océano, pescadores con la piel ajada por el agua y la sal. Llego al oeste del mundo y de su propia vida pero los días fueron pasando todos exactamente igual sin que por fin llegara a ninguna parte y casi perdió la esperanza. Cansado de perseguir su sueño se detuvo a reflexionar: que me impide ser feliz? que me impide ver el mar?
En estos pensamientos estaba cuando vio acercarse por el camino una mujer que cargaba entre sus brazos un ánfora.  Llego hasta él y con gesto amable derramo con cuidado el agua de aquella vasija sobre él mientras con voz dulce la oyó decir: “Toma, para que no pases sed. Es agua del mar”. En ese momento Asim recordó todos los días de su vida como si hubieran sido uno solo y noto como las raíces antiguas y profundas de sus pies se hacían más fuertes y gruesas a medida que se ocultaban profundamente en la tierra empapada del agua que había vertido aquella mujer.

Y entonces Asim perdió toda esperanza y tuvo la certeza de que nunca vería el mar. Después pensó que hacer con aquella ilusión.

La noche



La noche dice que me quiere
que me cuida de miradas
sin identificar y de manos
manos de promesas falsas
que arañan mis sueños
y dejan cicatrices
difíciles de curar.
Manos de luz sin sombra
sin miradas atrás
manos que abarcan
la vida encerrada en un puño
y que asfixian sin saber porque
el poco, el mínimo aliento
que queda por querer vivir.
Y así noche tras noche. 
A la noche no le importa
que me quede
solo frente a la oscuridad
ni que recuerde mansamente
las curvas de tu espalda
los tobillos frágiles y huidizos
o las palabras de ceniza
justo antes de partir.
Si por la noche fuera
guardaría tu imagen delicada
en una maleta olvidada
de tiempo y cuero eterno
y perdería la llave
en cualquier esquina de mi razón.
La noche dice que me quiere
y yo he terminado por creerla
porque no? que me cuesta?
si abro los ojos
el día no es mucho mejor
y tampoco quiero
creer en mi otra vez.

Y así, noche tras noche.