20 de noviembre de 2009

SIN TÍ (las palabras me enamoran)

SIN TI
Nov/09

(microrelato)
- ¡Hace frío! - dijo ella entrando en la cama y abrazándole cariñosa –
- ¿Dónde has estado? Llevo esperándote mas tiempo del que recuerdo – contesto él, abrazándola.
- “Purple rain” – contesto haciendo pereza mientras le robaba todo el calor que podía para su cuerpo–
Él respondió haciendo también pereza...

(minirelato)
Justo antes de que aquellas dos lagrimas de rabia y de soledad asomaran a sus ojos, sintió la cerradura de la puerta y al mirar la vio entrar rápidamente, a medio vestir y con un salto llegar a su lado.
- ¡Hace frío! - dijo ella entrando en la cama y abrazándole cariñosa –
- ¿Dónde has estado? Llevo esperándote mas tiempo del que recuerdo – contesto él, abrazándola.
- “Purple rain” – contesto haciendo pereza mientras le robaba todo el calor que podía -
Él respondió haciendo también pereza... y se dejo robar para que el calor apareciera en ella por sus pies.

(relato corto)
Para él hacia una eternidad que se había ido. Todo en la habitación era ella. Su olor, su sombra, sus idas y venidas por entre la cama y el armario por entre el armario y la cómoda por entre esta y las mesillas...Todo seguía impregnado de su presencia y hacia ya tanto tiempo que se había ido...
Justo antes de que aquellas dos lagrimas de rabia y de soledad asomaran a sus ojos, sintió la cerradura de la puerta y al mirar la vio entrar rápidamente, a medio vestir y con un salto llegar a su lado.
- ¡Hace frío! - dijo ella entrando en la cama y abrazándole cariñosa –
- ¿Dónde has estado? Llevo esperándote mas tiempo del que recuerdo – contesto él, abrazándola.
- “Purple rain” – contesto haciendo pereza mientras le robaba todo el calor que podía –
Él respondió haciendo también pereza... y se dejo robar para que el calor apareciera en ella por sus pies.
De fondo una y otra vez sonaba la voz de Prince con una canción que invitaba al abrazo y el abandono.

16 de noviembre de 2009

LA SELVA

Como un lobo. Se abalanzó sobre mi, el cuerpo tenso, las zarpas firmes, las fauces abiertas, los ojos… llenos de vida. Todo él destilaba selva. Yo a su merced sin poder levantarme. Mi cerebro humano empezó a reaccionar.
Ahora lo veo: me ataca sin daño. Sin maldad, por instinto. Con la fe del que hace lo que tiene que hacer. Y con la baba espesa y caliente de su boca me transmite el eco de mil millones de años luz, de color verde y húmedo con sonido a macaco y a gibón desde lo alto de los árboles, allí arriba, donde forman barrera para quedarse con la luz. La que llega al suelo, la que tamizan las hojas y por fin llega al suelo alumbra la vida que se despliega con ritmo lento, sin prisa.
El ojo ciego hasta entonces, ve y fotografía una y mil veces, mil veces y una vez mas la nube oscura colgada de la nada empeñada en cantarnos al oído su música de aleteo frenético mientras con una mano o dos o cien despejamos el camino como si ahuyentásemos pesadillas hasta caer embobados en el hechizo hipnótico de una araña que teje infinitamente su tela de plata para que el tiempo lento fluya por ella y la haga vibrar. Algún rayo de sol excarcelado a tiempo compone a su lado una armonía de colores.
Veo una rana que canta poseída por la necesidad vital de eternizarse y una serpiente, anillada a una rama, mirando con ojos fríos y piel fría y corazón frió una sombra quizá un sueño que perseguir. Lentamente se desenrosca y desaparece convirtiéndose en la misma rama que era.
Yo se que el lobo lo ha visto todo y ahora me lo cuenta.

ELLA

En uno de mis corazones que guardo bajo siete llaves de oro se encuentra ella. A veces se viste de mujer y me obliga, me arrastra y me rompe el corazón contra las rocas de tiempo que creó para mi. No sabe que es un corazón que tengo solo por ella.
Otras veces se viste con disfraces de vida que guarda en un baúl de su memoria y me sorprende, me alegra o me desconcierta según el día, según con quien venga, según el sol que atrape en sus ojos de ver vida nueva o según las ganas de seguir que tenga.
Pero es cuando se viste de hembra, cuando llena sus ojos de fuego, sus manos de besos, sus besos de boca y su boca de lengua. Cuando juega a ser mayor siendo pequeña cuando tiene la vida rendida al sexo y el sexo corriendo por sus venas, es entonces cuando abro los candados de mi corazón escondido bajo siete llaves eternas y dejo que escapen veloces las penas que llevo puestas.Y entonces pido que me lleve con ella.

1 de noviembre de 2009

DIOGENES

Llaman a la puerta con rabia. Puede notarlo.

Con los apuntes que toma va llenando cajas, cajones, estanterías, pisos enteros. Todos los meses purga las cajas y los apuntes que creé mas interesantes, después de leerlos y releerlos los guarda en aquellos cajones de cartón que recogió una tarde de lluvia en el contenedor del centro comercial, aquel que cuando la veían merodeando para llevarse aquellas miserables mierdas que ya no quería nadie comprar, salían para burlarse y asustarla con un: “que te pego bruja, que te pego” con el palo de la fregona.

Entre Nochebuena y Reyes vuelve a leer lo que ha sido su vida aquel año. Rompe lo que ya no tiene valor para ella, aquellas cosas que no son verdaderas, que pierden valor con el paso del tiempo y se queda con lo que ha vivido de verdad. O ha soñado. O cree haber soñado. Y lo guarda todo en las estanterías que le puso Diógenes, su marido, por toda la casa antes de morir. Siempre la decía: “Alguna vez no te acordaras de nada como yo y echaras todo en falta” Ella por suerte se acuerda de todo aunque a veces reconoce que no es una suerte tener tan buena memoria.

Con ochenta y cuatro años los servicios sociales la ayudan a moverse despacio hasta la puerta. La mujer policía anclada en la entrada de su casa la mira con cariño contenido. Los vecinos denunciaron hace tiempo el peligro de una mujer sola que acumula papel (¿para que querrá tanta porquería, por dios, no se da cuenta que un día se nos quemara la casa?). Kilos y kilos de papel escritos por las dos caras con una letra preciosa, redonda y clara colocados con cuidado, casi con mimo a lo largo y ancho de las paredes totalmente llenas de estanterías de treinta centímetros de fondo para que quepan sin que se estropeen los papeles de su vida, en un piso de tres habitaciones, salón-comedor, baño y cocina. Todo lleno, inundado de papeles y letras: toda un vida escrita y ordenada por fechas, lista para recordar.

Cuando la bajan por la escalera no deja de llorar y repetir: “es mía, es mi vida” y una vecina decide que irremediablemente sea vuelto loca. Mientras, ella piensa como escribir esa noche la terrible experiencia que vive y donde la puede guardar. Para no olvidarla. Si Diógenes la viera estaría orgullosa de ella.

LAS MEDIAS

O tal vez hubiera podido comprarlas al guardia del tercer turno. Entonces podría salir dos veces por semana al barracón de los oficiales. Allí se comía y se bebía sin restricciones pero sin medias no se podía pasar.
Parece mentira, todo un cuerpo de ejercito vencedor era incapaz de sobreponerse a unas piernas de mujer desnudas, sin medias. y dejaba fuera a las que no tenían dinero para comprarlas.
Lo malo de quedarse sin dinero en tiempos de guerra es que te quedas también sin esperanza.
Esta noche se pintara un poco los labios con el colorante de alguna compañera. Le costara el sujetador pero ya no va a utilizarlo. Luego ira a ver al centinela de la puerta y le mentira. Dirá que necesita ver a alguien en el barracón sur y cuando se ponga de rodillas y le baje el pantalón para pagar el favor, cojera rápido la bayoneta que cuelga del cinturón. No cree que pueda sufrir porque las tripas duelen cuando están dentro. Por fuera, a ella, no hay nada que le duela.