1 de noviembre de 2009

DIOGENES

Llaman a la puerta con rabia. Puede notarlo.

Con los apuntes que toma va llenando cajas, cajones, estanterías, pisos enteros. Todos los meses purga las cajas y los apuntes que creé mas interesantes, después de leerlos y releerlos los guarda en aquellos cajones de cartón que recogió una tarde de lluvia en el contenedor del centro comercial, aquel que cuando la veían merodeando para llevarse aquellas miserables mierdas que ya no quería nadie comprar, salían para burlarse y asustarla con un: “que te pego bruja, que te pego” con el palo de la fregona.

Entre Nochebuena y Reyes vuelve a leer lo que ha sido su vida aquel año. Rompe lo que ya no tiene valor para ella, aquellas cosas que no son verdaderas, que pierden valor con el paso del tiempo y se queda con lo que ha vivido de verdad. O ha soñado. O cree haber soñado. Y lo guarda todo en las estanterías que le puso Diógenes, su marido, por toda la casa antes de morir. Siempre la decía: “Alguna vez no te acordaras de nada como yo y echaras todo en falta” Ella por suerte se acuerda de todo aunque a veces reconoce que no es una suerte tener tan buena memoria.

Con ochenta y cuatro años los servicios sociales la ayudan a moverse despacio hasta la puerta. La mujer policía anclada en la entrada de su casa la mira con cariño contenido. Los vecinos denunciaron hace tiempo el peligro de una mujer sola que acumula papel (¿para que querrá tanta porquería, por dios, no se da cuenta que un día se nos quemara la casa?). Kilos y kilos de papel escritos por las dos caras con una letra preciosa, redonda y clara colocados con cuidado, casi con mimo a lo largo y ancho de las paredes totalmente llenas de estanterías de treinta centímetros de fondo para que quepan sin que se estropeen los papeles de su vida, en un piso de tres habitaciones, salón-comedor, baño y cocina. Todo lleno, inundado de papeles y letras: toda un vida escrita y ordenada por fechas, lista para recordar.

Cuando la bajan por la escalera no deja de llorar y repetir: “es mía, es mi vida” y una vecina decide que irremediablemente sea vuelto loca. Mientras, ella piensa como escribir esa noche la terrible experiencia que vive y donde la puede guardar. Para no olvidarla. Si Diógenes la viera estaría orgullosa de ella.