Ha vuelto el mes de marzo. Es la tercera vez en siete meses. Reconozco sus vientos de poniente, sus días de horas alargadas con olor a primavera, las sombras que se empiezan a acortar, el color que tiñe y alegra la ciudad... Todo. Todo empieza de nuevo.
Sin embargo me disgusta su luz, aun escasa, el frío que ya no comprendo y que un día si, otro no, me hiela la punta de la nariz y no me deja guardar la ropa de abrigo. Como todos los meses de marzo, terminare perdiendo los guantes o el paraguas. Espero impaciente el mes que viene. El mes de agosto.