O tal vez hubiera podido comprarlas al guardia del tercer turno. Entonces podría salir dos veces por semana al barracón de los oficiales. Allí se comía y se bebía sin restricciones pero sin medias no se podía pasar.
Parece mentira, todo un cuerpo de ejercito vencedor era incapaz de sobreponerse a unas piernas de mujer desnudas, sin medias. y dejaba fuera a las que no tenían dinero para comprarlas.
Lo malo de quedarse sin dinero en tiempos de guerra es que te quedas también sin esperanza.
Esta noche se pintara un poco los labios con el colorante de alguna compañera. Le costara el sujetador pero ya no va a utilizarlo. Luego ira a ver al centinela de la puerta y le mentira. Dirá que necesita ver a alguien en el barracón sur y cuando se ponga de rodillas y le baje el pantalón para pagar el favor, cojera rápido la bayoneta que cuelga del cinturón. No cree que pueda sufrir porque las tripas duelen cuando están dentro. Por fuera, a ella, no hay nada que le duela.