28 de diciembre de 2011

Historia de un naufragio



Fue sin querer
que descubrió su mirada
enorme y triste
al otro lado de él.
Ella
veía su rostro incrédulo
paseando despacio
por ese océano
de caras en el que ambos
navegaban
por el placer de navegar
y en medio del oleaje
como un puerto al abrigo
de otras medidas
como una isla borrada
de los mapas
se encontraban sus ojos
sin otra porque.
Y así andaban los dos
meciéndose a voluntad
de las mareas
con los brazos caídos
los pies sin tocar el suelo
la mente abierta
de par en par para mirar
indiferentes a todos
haciendo olas de espuma
suspiros de sal muy blanca
sobre las olas del mar.
Un día la perdió.
Él
No escucho esesoeses
ni la vio agitar los brazos
bajo la línea fina del cielo y
supuso que habría naufragado
en las aguas frías y negras
de algún mar sin nombre
de fondos marinos
sin coral ni adioses
ni alfombras de limo
cuajadas con estrellas
de mar.
Y no quiso saber mas.
Ella
sin embargo a veces llega
desde fondo del mar
como llegan los fantasmas
desde el pasado desprovistos
de afectos sin pedir nada
igual que hacia cada día
cuando se miraban
por entre la barrera
de mar y mundo
que los separaba
y se aferra con fuerza
a aquellos ojos que un día
sin querer había encontrado
navegando sin rumbo fijo
y que desde entonces quiere
como si fueran suyos.
Él
un día sintió como caía
la niebla espesa y
profunda de la desilusión
e hizo tocar la sirena
de su nave en clave de sol
para que supiera
que se encontraba por allí
y que esperaba o esperase
un abordaje sin concesiones
sin palabras ni treguas
ni tratados de cristal.
Pero no vio ninguna luz
ni oyó una campana
que anunciara otra vez
el regreso de las miradas tristes
la navegación a vaivén
el principio del mundo
una aguamarina de ella o
el confín de los mares de papel.
Cuando desapareció la niebla
se convenció que el único
naufrago
siempre
había
sido
él.