Dice que puede olerlo...
Que huele su campo
de tierra roja y secano.
La jara y los espárragos en primavera,
su río grande gritando, sus huertas,
sus encinas y el agua de su pantano.
Dice que huele…
Los ruidos de la mañana
y al sol
abrasando rayos,
la campana de la iglesia,
las noches de verano,
la canción de sus cigüeñas,
el chorro en fuente teja,
y una calle con naranjos
que cruza el pueblo
casi de arriba a abajo
Y le huele a fiesta
y a madrugada,
a flores dulces,
a galleta,
a torrezno y a matanza
a pan y queso de oveja
y a vino de Tomas y pitarra
a pasa no molestas,
a come con nosotros,
y al beso de una prima hermana.
Y cuando cierra los ojos para verlo,
huele el mapa de su pueblo grabado
en la Siberia extremeñomundana.