16 de junio de 2010

MADRUGADA

De juegos con el lápiz por los dedos a esa hora en que la noche decide acompañar a mis pies que conocen todos los espejos del suelo y ya andan cansados de mirarse en ellos me estiro el sueño y decido sacar billete por no saltar la valla de realidad. Cuando llego Fang me mira risueño y me apunta con uno de sus bocadillos mientras me dice: “Hoy tampoco”? Y mientras niego con la cabeza, él, sin inmutarse sigue sacando bocadillos y latas que malcoloca sobre una caja de cartón. Después se viste para la ocasión poniéndose unos guantes y una gorra, se sujeta el cuello de la chaqueta con una mano y se prepara a pasar lo que queda de noche apoyado en una pared.
Cova me llama desde su esquina tirando de un hilo invisible que va desde su dedo hasta por debajo de mi ombligo, me pregunta con todo su cariño para que yo la diga: no Cova, amor, hoy tampoco y termine besándome de lejos un beso de sus labios que guardo junto a otros tantos besos sin gastar por tener algún recuerdo agradable que contar alguna vez. Cova una noche ahuyento mis miedos y me enseño a beber despacio para no hacer tonterías. Como ninguno de los dos las hicimos aquella noche juramos querernos para siempre aunque los dos intuíamos que siempre es una mentira demasiado cercana como para creer en ella. A nosotros nos gusta y yo no cambiaria a Cova por ninguna otra puta.
Y mientra busco las llaves del coche en los bolsillos veo a Santi, al fondo, entre el carro que le guarda las ilusiones y su cubo de basura preferido donde seguir buscando. Este aprendiz de torero que no sabia mas que pincharse a si mismo, termino dando muletazos a su carro, mirando al tendido y pases de pecho a la vida. Pero no supo cambiarse la muleta de mano a tiempo y nadie le reconoció su arte. Antes de que me pregunte le contesto a su mirada: “Hoy tampoco maestro”. Santi saca de su carro un capote sucio y arrugado y en medio de la calle me obsequia con una faena de las de verdad. De las de hondura y temple. Da cuatro pases mirando fijamente al toro y termina con unos molinetes que consigue poner la plaza boca abajo.
Y justo antes de abrir el coche se me acerca Musaf farfullando buenas noches en su idioma africano y sin dientes desde que mando a su jefe a la puta mierda y este que ni sabia lo que era eso, mando a su vez que le golpearan la boca abierta con un tablón para que no volviera a contestarle. Musaf me extiende sus ojos, sus quince años y una mano, por cuidarme el coche unas horas. Justo cuando le digo: hoy tampoco y le veo huir entre la noche caigo en la cuenta de que al menos podía haber mirado si tenia alguna moneda porque se que lo próximo que intentara será hacerse unas chapas para que su jefe no le rompa los dientes de abajo.
He dicho y he pensado hoy tantas veces que hoy no, que hoy tampoco que cuando me siento en el coche y pongo la llave para arrancar espero con ganas que todo salte por los aires y yo, convertido en carne quemada pueda pensar mientras subo por los aires, hoy si, hoy por fin. Así que giro lentamente la llave y espero algún sonido que pueda identificar con el encendido de un dispositivo, el tic-tac de un mecanismo de relojería o el sonido seco de una pequeña explosión que sirva como detonante. En cambio el motor me devuelve finalmente un sonido gangoso y conocido que domestico fácilmente con la punta de mi zapato. Un rugido que me repite una y otra vez: no, hoy no, hoy tampoco.
Mañana espero acostarme un poco antes.