24 de mayo de 2010

CONJUNTO VACIO


En un conjunto vacío,
cabe de todo.
Cabe una luz de cristal
llena de tiempo y de recuerdos.
Quizá, una desilusión o dos, creo.

Cabe un hoja de papel en blanco
dispuesta a compartir cuarenta líneas,
ochocientas treinta y dos palabras,
una idea, un pasión, una historia
dos personajes, uno sin rumbo,
un beso rojo en una esquina
y una lagrima como punto y final.

Cabemos tu y yo,
a todas horas,
aunque tu cabes mas, porque
abres los brazos, bailas ritmos locos,
gritas sortilegios y abrazas con fuerza
mientras yo a veces, casi siempre,
lucho por sacar un pie.
Ese pie es la península liberada de mi animo.

En un conjunto vacío,
a veces cabe un viaje
al extranjero de tu cuerpo,
con escalas interminables
en salas de espera como espaldas
o vientres lisos y algún aterrizaje forzoso
entre las rodillas y el ombligo.
O entre las costillas.

En un conjunto vacío
cabe de todo
como en las historias de amor.
Y entonces se retuerce de gusto
hasta convertirse en un ocho.