23 de septiembre de 2014

Sin movernos


Sin movernos
nos miramos por dentro
y tu inventas palabras
para elegir un verso
que pueda leer en tus labios
mientras se desliza suave
sobre la piel caliente
del papel desierto
y adivino en tus ojos
como te alejas
de nuestro mundo.
Y yo amarrado estupidamente
a los recuerdos
y tu amarrada firmemente
a las nubes te deshaces
en versos inventados
para revivir en poema
y convertirte en cuerpo
bailando, bailando,
sobre el papel abierto
de los brazos y los tiempos
estremecida entre los sueños
y el humo blanco y gris
de las palabras
que recitamos
una
         a
               una
casi
         sin
                 movernos.

16 de septiembre de 2014

En mi patio







En el patio de mi casa

bajo un sol radiante

mi cabeza

se vuelve de luz cenital

para borrar las manchas

de la razón que pongo  a secar

después de lavarlas

con agua limpia

y vientos del sur-realidad

que arrogante y seco

limpia los rincones

y me ayuda a ventilar

la suciedad del fondo

de cualquier ánimo.



Como si fueran nuevas

y acabadas de parir

miro las ideas que ondean

blancas y calientes

esperanzas de paz

con ojos nuevos

y durante unos segundos

solo las encuentro parecido

con alguna anterior

que no he sabido cuidar

y que llevo tatuadas

desde siempre bajo la piel

dentro de la cabeza

en el fondo del corazón

y viajaran conmigo hasta el final



en el patio de mi casa

recojo las ideas limpias y secas

las doblo cuidadosamente

y las guardo en otra cabeza

que tengo para viajar

porque en esta

ya no me caben

mas ilusiones.

10 de septiembre de 2014

A finales de agosto







A finales de agosto
el viento del sur
se vuelve poniente,
casi norte, y trae olores
a tierra húmeda,
a hongos y a las primeras
lumbres del hogar.
Los polluelos de los vencejos
y las golondrinas
por fin despegan del nido
y entre piruetas circenses
se aventuran al vacio
sin que sepan bien por que.
El sol cabecea día a día
mas temprano y muy pronto
dejara de madrugar.
Se ocultará tras nubes grises
y dará paso a tardes de paseo
por la orilla del rio,
por entre los campos de girasoles
por las caminos solitarios
y melancólicos que unen pueblos
sin vecinos, sin ilusiones,
pueblos de piedra con ganas de llorar.
La fuente mana un hilo fino y débil
de agua pero no hay niños
que jueguen a su alrededor
o que corran hacia el puente
ni que monten en bicicletas
que ahora descansan guardadas 
junto a las zapatillas de dedo rotas
de tanto esfuerzo y una cincha
de donde cuelgan las perdices
en cuanto se pueden matar.
A finales de agosto vuelve el silencio.
Dentro de las casas se oyen
los crujidos de cansancio
y de vejez de las puertas y ventanas
que se hinchan de rabia
y no se dejan cerrar.
Fuera por no molestar
en mi patio respiran en voz baja
el tomillo, el romero …
y una salvia que vuelve a florecer
Es una paz sin tregua,
que todos aceptamos
con la promesa de volver
el año próximo.
Voy a cerrar.
Antes de salir amordazo
los relojes de pared
y me detengo un instante
en la puerta sin volver la cabeza,
cierro los ojos, aprieto los puños
y deseo que se pare el tiempo
por mi bien.
El tiempo, claro, no se detiene.
Después cierro la puerta.

5 de septiembre de 2014

Atardecer en el mar







A última hora del día

cierro lo ojos

antes de volver  las manos

a los bolsillos

y mi piel pasea

hasta la orilla del mar

donde la luz y el sol

intiman

en una misteriosa paz

que me recorre por dentro

si pienso en ti

sumergida

entre las olas y el tinte blanco

de la espuma del mar

Mas allá

en las paredes cristalinas

de un reloj de arena

coincidimos tu y yo

como el recuerdo

de un tiempo 
fugaz.




2 de septiembre de 2014

La reina de papel






Cuentan que la mar
esta lleno de barcos
entre líneas hundidos

que a veces reposan
sobre sus quillas de papel
en el fondo del mar

otras siguen navegando
entre vientos alisios
y aguas de cristal.

Llevan la sentina
y la bodega cargadas
de palabras sin rimar

de poemas infinitos
de despedidas y adioses
y de besos sin besar

Cuentan de sus capitanes
que se retan en lontananza
y para no quedarse atrás

despliegan todo el trapo
y cargan los cañones
con bombas de soledad

que se disparan por estribor
para que el dios de los mares
no les pueda censurar.

Vuelan los vocablos
de barco a barco
de principio a final

la sangre se tiñe de tinta
entre restos de lucha
en todas las aguas de sal

y si mueren derrotados
no lloran, no se quejan
ni vuelven la vista atras

y si ganan la pelea
con el botín del vencido
ponen proa sur-felicidad

con su tesoro de palabras
soñando sueños y versos
prontos para navegar

para brindar su victoria
a su reina de papel
sobre olas de cristal

aquella reina de plata
por la que se hundieron un día
en algún libro de mar

y todos comienzan una noche
de luna diciendo lo mismo:
“Cuentan que la mar…”

y terminar besando besos
en los labios nocturnos
de una reina de mar

que se transforma en poema
y pregunta a las estrellas:
“Os lo vuelvo a contar?”