30 de septiembre de 2011

Soliloquio de la Muerte triste.

El diablo bajo al mar a escribir la historia del mundo,
pero no había agua: Dios, se la había bebido!
(Facundo Cabral, al que ya nunca podrán callar)

Hace mucho tiempo que deje de ser feliz. A mi paso solo crece el odio y el miedo, da igual cuando llegue o como lo haga nadie me ama. Todos me miran mal. Pero no merezco ser odiado por toda la eternidad.
Una vez pensé que dios me podría ayudar. Fui a verle y me postre a sus pies, tendido boca abajo, en señal de respeto y humildad. Le suplique que me apartara de los hombres para siempre. Déjame que vague por el infinito por los siglos de los siglos, déjame que viaje errante por el espacio ordenando universos, apagando soles que me devore un agujero negro, que forme parte de todo y nada a la vez. Ayúdame a escapar de mi destino porque estoy cansado de resistir. Pero no pudo ser, dios no escucha a nadie y a medida que yo hablaba fue desapareciendo ante mí para demostrarme todo lo que yo le importaba.
Después baje a los infiernos pero con el diablo no me fue mejor. Solo pensaba en mi alma, mi pobre alma oscura y triste. Mi pobre alma, magnificada por su ansia demoníaca, como objeto de deseo con el único afán, el único animo de demostrarle, de restregarle a dios que conmigo también había ganado. Que insensatez, la indiferencia y la desidia eran los enemigos naturales del odio y la venganza.
Que necesidad había de que alguien como yo expiara sus locuras? Yo no hago las leyes yo no decido cuando vais a morir, yo no sueño con teneros para siempre a uno u otro lado ni arriba o abajo ni de ninguna otra manera, yo solo soy un triste actor en esta historia de cada uno de vosotros, soy un mensajero encargado de llevaros al mas allá, el que os toca el hombro para que sepáis que todo era un ilusión antes y después, delante y detrás de vuestros ojos.
Como no iba  a sufrir? Como no sentir que os lastimo cuando voy a quitaros lo único que tenéis? Creéis que a mi no me duele llevarme a uno de vosotros cuando aun le amáis y disfrutáis de él, de su voz de sus abrazos, de su compañía? Creéis de verdad que no me duele dejar familias enteras rotas, amigos sin consuelo, hijos desesperados? Que me gusta llevarme un hijo sin que se cumpla la ley no escrita de que un hijo siempre debe sobrevivir a su padre?
Y sin embargo debo oír como las bocas se llenan con blasfemias y gritos de horror que me atraviesan como puñales. Vosotros pensáis que no siento nada por vosotros pero si supierais la infinita desolación que siento al veros… en cada rostro, en cada vida, reconozco anhelos, ilusiones, esperanzas de que todo siga igual o vuelva a empezar. Como no iba a sentir dolor por vosotros.
Continuamente entrego mi carga de hombres mujeres y niños de todas las edades, de todas las razas con la mirada aún perdida sin comprender que ocurre para que ellos puedan jugar a sus disputas de mentiras y decidir para siempre quien descansa y quien no. Pero yo no hago guerras, no provoco terremotos, no mando epidemias, no decido quien vive para siempre. Yo tan solo os acompaño porque sin mi vagaríais errantes por toda la eternidad.
Soy la Muerte, el que tiene mil nombres y nadie quiere nombrar, la única certeza que tenéis en este mundo. Soy vuestro guía cuando llega el momento, soy el que trata a todos por igual excepto a mi mismo. Soy para mi desgracia lo que no quiero ser y en nunca tengo tregua.
Me gustaría tanto descansar. No pretendo ser feliz, ni gozar a la derecha de nadie, ni vida eterna, ni premios de ficción. Quiero paz. Necesito paz. Si alguien puede entenderme… necesito paz.
Esta noche si voy a por ti, no me lo tengas en cuenta.