Los viajes de vuelta
siempre me dejan roto.
Me cuesta reconocer
donde guardé el animo,
la pipa de agua,
los amores de papel,
febrero sin terminar,
una dirección prohibida
y una clave de sol
entre fusa y semi difusa.
No consigo encontrar
los zapatos negros,
unas balas de verdad,
el reloj de horas malgastadas,
un tatuaje mas que molesto,
y mucho menos los libros
que me ayudan a dormir
sobre dios y Satán.
Tengo que domar
otra vez, ideas antiguas,
sacudirme cenizas,
borrar un par de teléfonos
que no contestan jamás,
y rebelarme por todas
las tardes de ramos y
los ramos de pasión.
Son las cuatro de la mañana
y tengo el firme propósito
de que pronto, vuelva
a reconocerme
entre tanta letra pequeña
que me cuesta pronunciar
y entre tanto viaje
de ida y vuelta.