A menudo decidimos visitar
los recuerdos, por el gusto amargo
de mirar en los bolsillos rotos.
Ahí siguen las palabras amordazadas
con hilos de cristal, los rostros sin
caretas de tiempo, el unicornio
perdido de Silvio y las mentiras
con trazos gruesos de verdad,
pero siempre es ayer y te prometes
mas de lo mismo mañana sin falta…
o cualquier jueves a las diez. Y un día,
hartos de distinguir mañanas sin brillo,
besos de amor con babas de napalm,
horizontes al otro lado de Neptuno,
que mejor que un unicornio es un ojala,
un día cerramos los ojos para recordar
todas las veces que bajo la almohada,
ningún ratón dejó lo suficiente
para empezar de nuevo.