La mujer que vive en transito
inicia los caminos con los bolsillos llenos.
En uno junta piedras
para que no se vuelen sus ideas
y piensa para cuando lleguen
los huracanes aferrarse a ellas
con unos dedos como garras
que dan miedo.
En otro bolsillo guarda miradas
para destruir los recodos del camino,
miradas que destruyan a los tontos
y quemen los sentimientos de todo aquel
que no la quiera conocer.
La mujer que vive en transito
una noche de magia puso en otro bolsillo
la razón que le sobraba
y la locura entonces busco sitio
dentro de su cabeza
y ella con buen criterio
dejo que tomara posesión.
Para que no hubiera roces
saco la que quedaba de juicio
y lo guardo en un bolsillo
donde podría vegetar sin un solo porque.
La mujer que vive en transito
esconde en un bolsillo interior
un hatillo donde guarda sin orden
descolocados, algunas ideas
que solo tiene de tarde en tarde
o de cien en cien
cuando se le acaba el sueño.
También guarda un mar de abrazos
que algún día espera utilizar a diario.
Un par de besos de recuerdo
que se van quedando amarillos.
y unas palabras grabadas en hielo
que espera un día enterrar en alcohol
hasta que el alcohol las destruya.
Y guarda en un bolsillo pequeño
la manía universal de enamorarse
de vez en cuando. Una manía absurda
que de vez en cuando ilumina el camino
de su laberinto personal y la deja
al descubierto, desnuda, frágil y feliz.