A vos confío mis sórdidos amores
pues hacéis gala de conocer
las sorpresas que como embajadores
nos producen sonrojos y temores
cuando los sueños nos vienen a ver.
Más si son con doncella
y sus ropajes de fina seda,
hacen en mi gusto mella
y soñando una y otra vez con ella,
prendida mi alma queda.
Luego de rendido, muerto soy
ya no vivo ni lucho
como alma en pena voy
como hombre pena doy
y se que no valgo mucho.
Pero ya entiendo que la cabeza
de noche vive su locura
e igual ríe con nobleza
que gusta de la pobreza
u ofende a dios y en vano jura.
Mas de todos los pecados
que por dentro la testa tiene,
es el del placer a la verdad robado
cuando el tiempo no ha pasado
y despertando a los ojos viene.
Ahí se confunden sueño, verdad y dama
y encuentras en tu cuerpo la huella
de lucha loca en una cama
que te dice que tu ama,
aquella noche dejo de ser doncella.