11 de octubre de 2010

Sueños

A vos confío mis sórdidos amores

pues hacéis gala de conocer

las sorpresas que como embajadores

nos producen sonrojos y temores

cuando los sueños nos vienen a ver.

Más si son con doncella

y sus ropajes de fina seda,

hacen en mi gusto mella

y soñando una y otra vez con ella,

prendida mi alma queda.

Luego de rendido, muerto soy

ya no vivo ni lucho

como alma en pena voy

como hombre pena doy

y se que no valgo mucho.

Pero ya entiendo que la cabeza

de noche vive su locura

e igual ríe con nobleza

que gusta de la pobreza

u ofende a dios y en vano jura.

Mas de todos los pecados

que por dentro la testa tiene,

es el del placer a la verdad robado

cuando el tiempo no ha pasado

y despertando a los ojos viene.

Ahí se confunden sueño, verdad y dama

y encuentras en tu cuerpo la huella

de lucha loca en una cama

que te dice que tu ama,

aquella noche dejo de ser doncella.