26 de octubre de 2010

EL FINAL DE LOS CROW

Hace tres lunas,

la noche invitaba a la danza

de mil hombres (acaso hay mas?)

alrededor del fuego.

Los ojos de sus guerreros

veían nacer estrellas en el río,

que luego morían de luz

con la llegada del día.

Las mujeres se lavaban

y cuidaban el cabello

para recibir en la madrugada

el cuerpo sudoroso y caliente

del guerrero

y así engendrar hijos

para el pueblo mas fuerte

que nunca ocupo la pradera.

Los caballos dormían

con los dos ojos cerrados

y los perros perdían el tiempo

ladrando por costumbre a la luna.

Hasta el hermano bisonte

se acercaba a “Garra de águila”

en sueños, para contarle al oído

donde estarían el día de caza.

Hace tres lunas, Appy-Nckata

cantaba una canción que le enseñó

el padre de su madre

y golpeaba el tambor

de piel de ciervo

junto a sus hermanos crow.

Pero hoy los mocasines de su pueblo,

no levantan polvo.

No se oyen los gritos de los jóvenes

entre los juncos y los caballos

desaparecieron aterrados por no beber

el agua roja del río.

El bisonte huyó en estampida

de las praderas que habitaba

y ahora los chacales y los coyotes

buscan entre una humareda

espesa y oscura

que no deja ver el sol.

Y huele a muerte quemada.

Hace tres lunas

que vaga solo y sabe

que se acerca su final.

Le gustaría ver el nacimiento

de una ultima estrella

y cantar como el padre de su madre le enseño

pero le arrancaron los ojos y la lengua

en la misma lucha cruel que acabo con su pueblo.

“Quien me subirá al tálamo mortal

y me pondrá el tomahawk

entre las manos que me permita luchar

en este ultimo viaje?

Quien me llorara y gritara por mi

hasta que acuda el Gran Espíritu

a buscarme?

Si mis pensamientos se oyesen

le pediría al hermano oso

que me abrazara y comiera mi corazón

para crecer dentro de él

y no tener miedo.

Pero temo que los Pawne

también puedan oírlos

y dejen de celebrar su victoria

para volver a buscarme”.

Cuando los primeros chacales

le muerden con furia,

se alegra de no tener ojos,

y cuando cae al suelo,

el ultimo hombre,

se alegra de no tener lengua.