Otra vez
has vuelto a perderte
el otoño.
La hierba estaba corta
y muy verde
tras las primeras lluvias.
Los álamos parecía que
luchaban, por ver
cual de ellos
se desnudaba antes.
Me recordaron
las tardes
del verano instalado
entre tu y yo.
Te hubiera gustado
ver aquel álamo pequeño,
en el que dejamos
nuestros te quiero
cuajadito de carmines
y oros mientras el viento
del norte llegaba
para borrar
nuestros recuerdos
soplando entre sus ramas.
Quiero pensar
que le costo trabajo.
Pero finalmente
ese testigo mudo
de miles de miradas
fue dejando caer
sus hojas una a una
como gotas,
con la esperanza
de que tu o yo
o los dos juntos
llegamos a tiempo
para estar con él.
Yo llegue antes
de que se convirtiera
en estatua de frío.
Pero no pude consolarle.
Yo solo, no doy para tanto.
Dirás que nos quedan
primaveras y quizás
algún verano,
algún sueño por soñar,
pero yo oigo las palabras
de aquel árbol
a punto de morir:
otra vez has vuelto
a perderte, el otoño.