14 de septiembre de 2010

RETRATO ROBOT

He rescatado del fondo de un cajón el dibujo, de alguien que seguramente amé. En una esquina, abajo, a la derecha dice: “te quiero”. Es una hoja de papel amarillentos con los bordes mordidos por el tiempo y el olvido, doblado en dos y aparece el retrato borroso y apagado de alguien que ya no recuerdo y sin embargo la memoria de lápiz me dice que la quise.

Trato de situarme en aquel tiempo y quiero recordar como vivía que sentía o como eras tú que una vez te grabe en el recuerdo porque te quería. Quien eras? Como me mirabas o te encendías? Como he podido olvidarte? Quizá tuvieras el pelo negro, suave y una piel sonrosada a punto de recibir el sol de toda una vida. Unos ojos limpios de mirada profunda preparados para quedarse distraído en ellos. Creo recordar que soñaba mas de una noche con ellos. Y también soñaba con tu boca, una boca que me contaba historias encantadas, imposibles, historias que no podían suceder y que yo creía sin dudar solo porque las contabas tú. Aquella boca debía tener una voz cálida y dulce para poderme hipnotizar y unos labios que ponían imágenes a las palabras y puntualizaban con sus muecas la magia de aquellos relatos.

Y recuerdo una nariz que escribía letras sobre mi cara cuando me despistaba y me quedaba perdido mirando a la nada que tenia delante descubriendo si el futuro era como yo creía. A saber la carga de palabras que llevare escritas en mi.

Bien pensado, no debía quererla, sino ¿como se puede borrar de la memoria a alguien que has querido?. Seas quien seas, debí escribir ese “te quiero” para no verte llorar. Se me hace raro pensar que alguien que no recuerdo pudiera llorar por mi.

Quizá aun piense en mi, quizá aun me quiera y sueñe con mi regreso alguna vez o quizá nunca existió y no pudo grabarme “te quiero” con la punta de la nariz.

Y por eso la he olvidado.