Que extraño es
que finalmente tu,
que finalmente yo,
nos quisiéramos
en vidas distintas.
Que extraño es
que finalmente tu,
que finalmente yo,
nos volvamos a querer
en la misma eternidad.
Que extraño es
que finalmente tu,
que finalmente yo,
nos quisiéramos
en vidas distintas.
Que extraño es
que finalmente tu,
que finalmente yo,
nos volvamos a querer
en la misma eternidad.
Se acoda sobre la barra y pide lo de siempre: te frío con ron. Martin el camarero abandona su postura cansina al otro lado del mostrador y se dirige al hombre que mantiene la vista fija en el vaso con el que juega mientras acaricia el borde con la yema de sus dedos y tararea una canción que cuesta reconocer.
- Phill – le dice amigable- yo no soy tu madre pero si lo fuera te diría que no bebieras mas. Y no me pidas el jodido té que nunca he tenido.
- Pues pon el ron solo, como antes – le contesta sin dejar de jugar con el vaso –
- De acuerdo, esta bien, pero la ultima y luego te vas a casa – replica Martin cediendo – Esta es doble y paga la casa.
- Martin, ¿sabes que eres el único amigo que me queda? Después de que se fuera…
- Vamos Phill, tomate el ron y déjame cerrar. Karen no quiere hacer el amor conmigo si llego tarde.
- Atala en corto amigo, o esa mujer te traerá complicaciones – comenta Phill divertido –
- La quiero, ¿que puedo hacer?
- Ahhh!! y como la quieres: confías. Martin amigo, cuando confías en una mujer estas perdido.
- ¿Quieres decir que no confíe en mi mujer, Phill?
- Yo lo que se es que no debes dar la espalda a nadie porque te harán daño.
- Phill, dime una cosa: ¿tu no confías en nadie?
- No. Bueno si, en ti. Confío en que alguna vez compraras ese maldito té para mi. – y termina el ron de un golpe -
- Vamos, voy a cerrar – apura Martin saliendo de la barra y dejando el mandil encima de una mesa, cerca de la puerta –
Phill llega hasta la calle y el aire fresco de la noche le devuelve toda la consciencia que el ron le había quitado.
Enciende un cigarrillo y el humo se escapa junto con el aliento de la boca dejando un halo denso y blanco que se recorta sobre las sombras de la noche. Martin termina de apagar las luces del local y únicamente deja encendido un neón de color rojo y verde del cartel en el que una copa va cambiando de forma y de color sobre la palabra “BAR”. La luz es suficiente para que pueda cerrar la puerta e instantes después, ambos se dirigen calle arriba.
- Dale recuerdos a mi mujer – dice Phill, parando en el primer cruce –
- A tu ex-mujer, acuérdate – replica indiferente Martin –
- ¿Te acordaras tu de comprarme el té para mañana?
- Como siempre. No lo dudes.
Phill no puede ver la sonrisa que se dibuja en la cara de Martin y este no puede ver la mueca de frío, lo mas parecido a una sonrisa, que tiene Phill.
De tu boca recuerdo
un pronombre errante
que nació para volar
en campo abierto,
sujeto por un hilo
de realidad al cielo.
De tu boca recuerdo
que disfraza entre sus labios
carcajadas feroces
y palabras de uso condicional
que dejan un rastro
inequívoco de tormentas.
De tu boca espero
alma triste, sola y rota
que siga siendo tu boca.
Día a día voy tirando
de miedos y de palabras,
obligado a conocer
cual se muestra mejor fuera de mi.
Tengo miedos escondidos,
irracionales, viscerales, míticos, milimétricos,
tozudos y sin porque y día a día
los saco y los cuelgo al aire
para que no creen moho,
limpiarlos de su poca fe y que brillen al sol.
Luego los cubro de palabras bálsamo
para que articulen bien
y una capa fina de palabras de ocasión
para su tranquilidad.
Cuando al final del día vuelvo a ponerlos en su sitio
no se bien si las palabras cuidan mis miedos
o son estos los que hacen brillar las palabras
pero se que día a día las palabras
protegen a mis miedos y mis miedos
animan las palabras y no se dejan convencer.
El tiempo que lo cura todo
se empeña
en encontrar un antitodo
capaz de curar mi manía
tic-tac-tu, tic-tac-tu
por coleccionar relojes.
Este tiempo me desespera
mas veces de las que quiero
a esas horas de la noche,
que se me antoja demasiado largo
y dejo que vaya tomando
forma de ilusión por horas
para alquilar
como una puta
que recibe mas amor
tic-tac-tu, tic-tac-tu
del que puede soportar.
Es el tiempo que cruza frente a mi
cargado de esperanza
mientras se desvanece
y dejo que desfilen por él
los pájaros trashumantes
de una a otra estación
y que me gritan los relojes
tatuados en la piel,
que a veces suenan juntos
como si tic-tac-tu, tic-tac-yo
fuéramos solo uno.
Papa Noël tiro suavemente de la brida y el trineo inicio el descenso hasta la orilla del lago. El viento frío del Polo, había dejado paso a una brisa y la noche parecía aun mas hermosa. El bosque de abetos blancos brillaba como nunca bajo la luna y el lago era un espejo mágico donde las estrellas se habían convertido en luces incandescentes.
Sus ojos cansados desvelaban la tristeza infinita que año tras año volvía a aparecer cuando allí, parado en la orilla, divisaba los primeros tejados de su pueblo y recordaba el ajetreo anual de las ultimas horas.
Los renos le miraban de reojo esperando la voz que les hiciera reiniciar el viaje que ansiaban finalizar y así reponerse del esfuerzo. Pero Papa Noël mantenía la vista fija mucho mas allá de lo que alcanzaba a ver y por unos instantes como todos los años, la escena se hizo interminable.
Finalmente sin dejar de mirar al vacío mas infinito, mascullo un triste: “How, How, How” y el trineo voló cruzando el cielo, cuando empezaba a amanecer, hasta perderse por la línea del horizonte donde empezaban los tejados.