Dice
que todos los poemas
hablan de amor.
Que todas los versos
disparan flechas envenenadas
que duermen los otros sentidos,
oprimen los músculos
por encima de los pulmones
y no dejan respirar.
Que todas esas bocas, besos y labios
sirven para que las palabras y los alientos
trasmitan el veneno
de uno a otro cuerpo
y que cuando penetra,
lastima y hiere
mientras su germen crece
como un universo desconocido.
Cuenta que mis caricias y mis abrazos
son quebrantamiento de su voluntad
y que poco a poco
se esta acostumbrando a ellos.
Y a los poemas también.