Hay días que tu ausencia, me devuelve
recuerdos que nunca tuve.
Esos días tengo miedo de que me quieras
y de que no me quieras.
Tengo miedo de quererte.
Tengo miedo de que me quieras abrazar
una tarde que este oscureciendo
y de que yo estúpidamente,
confunda la falta de luz
con tu falta de ilusión
y no quiera abrazarte.
Tengo miedo de que sueñes conmigo
y se te llene el alma de sombras
tan ciertas que puedas barajar
odios con oh dios!
y termines buscando aire
exactamente donde no lo hay.
Tengo miedo de que nunca sueñes conmigo.
Y tengo miedo de que quieras besarme
sin bajar los ojos, y que tus ojos
así, mirando de cerca
sin distancias, sin abismos,
nunca bajen la guardia
y yo caiga, me deje caer,
por esa pendiente vertiginosa
que forma la distancia,
de ese espacio infinito
entre tu boca y la mía
cosido de palabras.
Tengo miedo de que un día me llames
y ese día no tenga pinceles suficientes
para pintar la vida de color azul
y se me quede triste, en blanco y negro
y luego sea yo quien te llame cualquier día,
hoy por ejemplo y seas tu la que no estés.
Tengo mucho miedo de que un día
me recuerdes mágicamente atrapado
en el trasluz liquido de una lagrima,
y ese día yo no esté.